¿Cuál es la importancia de aquellos que resucitaron cuando Jesús murió? (Mateo 27:50-53)
En Mateo 27:50-53 se registra un pasaje único acerca de las personas muertas que resucitaron cuando Jesús murió en la cruz: "Mas Jesús, habiendo otra vez clamado a gran voz, entregó el espíritu. Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas se partieron; y se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron; y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de él, vinieron a la santa ciudad, y aparecieron a muchos" ¿Qué significa este pasaje? Aunque algunos escépticos y eruditos liberales han sugerido que este relato no es más que un cuento popular, Mateo presenta los acontecimientos de forma literal. La rasgadura del velo del templo, el terremoto y la resurrección de los muertos confirmaron el significado de la muerte de Jesús. El velo del templo reveló Su poder al mismo nivel que Dios Padre, al igual que Su poder sobre la naturaleza a través del terremoto. La rasgadura del velo también reveló el efecto de la muerte de Jesús en nuestra relación con Dios. La resurrección de los muertos mostró el poder sobre la muerte, tal vez recordando a los de Jerusalén el relato de Ezequiel sobre los huesos secos que volvieron a la vida (Ezequiel 37).
Al parecer, el propósito de todos estos acontecimientos lo explica el propio Mateo en el versículo siguiente. Mateo 27:54 dice: "El centurión, y los que estaban con él guardando a Jesús, visto el terremoto, y las cosas que habían sido hechas, temieron en gran manera, y dijeron: Verdaderamente este era Hijo de Dios". El único que podía realizar tales milagros era el Hijo de Dios, un tema que Mateo expone en todo su evangelio.
Este acontecimiento también fue la culminación del poder de Jesús manifestado por sobre la muerte de una forma mucho más amplia que durante Su ministerio terrenal. Mientras Jesús estuvo en la tierra, los evangelios registran tres ocasiones anteriores en las que resucitó a personas de la muerte. La resurrección del hijo de una viuda de Naín (Lucas 7:13-15) y la de la hija de Jairo (Lucas 8:52-56) están ambas registradas en Lucas. Juan también relata el caso de Lázaro, que resucitó cuatro días después de su muerte (Juan 11:43-44). En cada una de estas situaciones previas, el propósito era mostrar a la gente que Jesús era el Mesías, el Hijo de Dios.
El mismo propósito se manifestó en la resurrección de muchas personas tras la muerte de Jesús. Ya fuera que aparecieran inmediatamente o "después de Su resurrección", como algunas traducciones interpretan la frase, el impacto de muchos muertos resucitando habría fortalecido enormemente el mensaje de los que creerían en Jesús como el Mesías. El movimiento crecería rápidamente, con 120 creyentes en el aposento alto en Hechos 1-2 que añadirían 3.000 personas en un solo día (Hechos 2:41) y crecerían diariamente después de ese momento (Hechos 2:47). En 25 años, Pablo estaba escribiendo a los romanos que ya tenían un grupo cada vez mayor de cristianos en la capital del imperio. Este movimiento sigue creciendo a medida que muchos llegan a escuchar y conocer las buenas nuevas de Jesús que se expresan en los relatos de los evangelios.
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