¿Realmente Dios conoce el futuro?

Cualquier conversación sobre Dios y el futuro tiene que comenzar reconociendo que Dios está afuera del tiempo. Es decir, está por encima del tiempo mismo, siendo su Creador. No está limitado por el tiempo, ni por un marco de tiempo lineal, como nosotros. "Y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin" (Eclesiastés 3:11). Dios ha decidido revelarnos la existencia de la eternidad y el tiempo, pero no nos permite ver más allá de nuestra propia línea de tiempo. Conocemos nuestro propio pasado, pero no nuestro futuro. Sin embargo, Dios sí conoce el futuro.

Esto se comprueba por la gran cantidad de profecías precisas en las Escrituras. El estudio del contenido profético de la Biblia nos ha demostrado que el cumplimiento de las profecías bíblicas no puede ser una casualidad. Hay muchísimas profecías del Antiguo Testamento que se refieren al Mesías judío, que se cumplen en la vida de Jesús. Un ejemplo es la profecía de Miqueas 5:2, que claramente afirma que el Mesías nacería en Belén de Judea, exactamente el lugar donde Jesús nació, siete siglos después (Lucas 2:1-20; Mateo 2:1-12). Pero digamos que sólo se cumplieron ocho de estas profecías. Aunque sólo se hayan cumplido ocho profecías, la probabilidad de que las ocho se cumplan al azar en la vida de la misma persona es de 1 entre 10 a la 17ª potencia. Es decir, ¡1 entre 100.000.000.000.000.000!

La única manera de hacerlo es conociendo el futuro. Dios inspiró el Antiguo Testamento y habló a través de los profetas. El hecho de que todas las profecías se cumplieran es una prueba clara de que Dios sí conoce el futuro. Si las probabilidades no fueran suficientes para saber, Dios mismo nos dice: "Acordaos de las cosas pasadas desde los tiempos antiguos; porque yo soy Dios, y no hay otro Dios, y nada hay semejante a mí, que anuncio lo por venir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho; que digo: Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero" (Isaías 46:9-10).

Dios es eterno (Salmo 90:2) y conoce todo lo que hay y todo lo que va a pasar. Él mismo existe en el pasado, el presente y el futuro al mismo tiempo: el Dios "que es y que era y que ha de venir" (Apocalipsis 1:8). Debido a la exactitud de las profecías bíblicas del pasado, y a la afirmación de Dios de que Su propósito se cumplirá, podemos confiar en que las profecías referentes a nuestro futuro también se cumplirán. En particular, la declaración de Jesús de que volverá por nosotros y nos llevará a nuestro hogar eterno con Él (Juan 14:3).