¿Qué dice la Biblia sobre la toma de decisiones?
Tomar decisiones es una tarea difícil. Vivimos en un mundo confuso y caótico, lleno de una infinidad de opciones y posibilidades. Hay ciertas decisiones que consideramos importantes, como por ejemplo con quién casarse, qué profesión elegir o dónde vivir. Lamentablemente, las Escrituras no responden a estas preguntas de forma detallada (Deuteronomio 29:29). Sin embargo, Dios nos da principios para guiarnos. Por ejemplo, aunque no se nos dice exactamente con quién casarnos, se nos ordena que nos casemos sólo en el Señor (1 Corintios 7:39; 2 Corintios 6:14). Aunque no se nos dice exactamente qué profesión ejercer, se nos manda trabajar y hacerlo de manera honrada (Efesios 4:28). Si bien no se nos dice exactamente dónde vivir, nos aconseja mantener la comunión cristiana dondequiera que vivamos (Proverbios 13:20; 1 Corintios 15:33; Hebreos 10:24-25; Hechos 2:42). Muchas de nuestras decisiones se pueden reducir fácilmente al considerar si la decisión es pecaminosa o no. Las Escrituras aclaran que ciertos comportamientos son pecaminosos y, por lo tanto, desagradables a Dios. La lista de tales acciones es larga e incluye, entre otras: la inmoralidad sexual (1 Tesalonicenses 4:3), la embriaguez (Gálatas 5:20-21), la violencia (Proverbios 3:31), el robo (Efesios 4:28), la mentira (Colosenses 3:9), la maldición (Santiago 3:10) y tomar el nombre del Señor en vano (1 Timoteo 1:13). Cualquier decisión que tenga que ver con estos comportamientos está prohibida. A diferencia de esto, las Escrituras claramente aprueban e incluso ordenan algunos otros comportamientos, facilitando la pregunta de si debemos decidir hacerlos. Entre las decisiones que no generan controversia se encuentran las de: orar sin cesar (1 Tesalonicenses 5:17), regocijarse siempre en el Señor (Filipenses 4:4), dar gracias en toda circunstancia (1 Tesalonicenses 5:18), estudiar la Palabra (2 Timoteo 2:15) y congregarse con otros creyentes (Hebreos 10:25). Sin embargo, el cristianismo no puede reducirse a una lista de lo que se debe y lo que no se debe hacer.
Para tomar decisiones realmente piadosas debemos llegar a conocer y amar a Dios por lo que Él es. Sólo podemos llegar a conocer a Dios conociendo y creyendo en Su Hijo, Jesucristo (Juan 14:6). Después de recibir a Cristo, el objetivo principal de la vida cristiana es la santificación, crecer en la semejanza de Cristo. Mientras buscamos ser más como Cristo, nuestros deseos se irán santificando. Cuando meditamos en la Palabra de Dios, nuestra mente se va transformando (Romanos 12:2). Al final, nuestras decisiones son determinadas por lo que más deseamos. En la medida en que nuestros deseos cambien, nuestras decisiones seguirán el mismo camino. En última instancia, nuestro mayor deseo debe ser Dios mismo.
El Salmo 42:1-2 dice: "Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, el alma mía. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo; ¿cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?". En Filipenses 3:8 Pablo escribió: "Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo".
El amor de Dios debe ser el motivo de toda decisión que tomemos (Mateo 22:37). La gloria de Dios debe ser el fin o resultado de toda decisión que tomemos (1 Corintios 10:31).
Finalmente, entre algunas consideraciones prácticas a tener en cuenta al tomar decisiones se incluyen orar por sabiduría (Santiago 1:5), buscar el consejo sabio (Proverbios 11:14), considerar las necesidades de los demás (1 Juan 3:17) y considerar tus dones (1 Corintios 12:7).
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