¿Hay una teología bíblica de la adoración?
Es bueno preguntarse qué es la adoración y cómo se debe realizar. ¿Existe un estilo de adoración que sea bíblico y agradable a Dios? ¿Acaso Dios ha establecido un estilo específico de adoración? Si es así, entonces la iglesia que no opera bajo la teología bíblica de la adoración está en peligro de no dar gloria a Dios y de ofrecer una adoración que no le agrada. La doctrina de la adoración a veces se malinterpreta. La adoración no comienza y termina con la parte del canto de nuestros servicios religiosos. La adoración tampoco se limita a inclinarse en reverencia ante Dios o a levantar las manos. Además, no todo lo que hacemos es aceptable para Dios como adoración simplemente porque somos sinceros o nos hace sentir bien. De hecho, la adoración en la Biblia nunca tiene que ver con las emociones de quien adora.
Dios mismo define la adoración en las Escrituras. Debemos servir "a Dios agradándole con temor y reverencia" (Hebreos 12:28). En este versículo, la palabra griega que se traduce "servir" es una expresión de la palabra "adorar" y se usa 21 veces en el Nuevo Testamento en los contextos de servicio y adoración. Eso significa que la adoración y el servicio (la ofrenda de uno mismo) están entrelazados en las Escrituras. Otras palabras griegas traducidas como "adorar" son prokeneuo, que significa "rendir homenaje" (1 Corintios 14:25), sebazomai, que significa "rendir honor religioso" (Romanos 1:25), y sebomai, que significa "reverenciar o adorar" (Hechos 16:14). Jesús utilizó la palabra griega sebomai para describir la adoración vana e hipócrita de los escribas y fariseos (Mateo 15:9), lo que nos lleva a la conclusión de que no toda "adoración" es aceptable para Dios.
La verdadera adoración bíblica es en primer lugar y ante todo reverente (Hebreos 12:28), y se debe ofrecer con el entendimiento de la naturaleza y los atributos del Dios al que se adora. Dios es santo, justo, recto, perfecto, poderoso, amoroso, implacable, etc. Si queremos adorar bíblicamente, debemos adorar a Dios como se revela en las Escrituras.
Segundo, debemos adorar en verdad (Juan 4:24). Las expresiones personales de adoración no se indican en ninguna parte de las Escrituras y de hecho pueden conducir a actividades que no honran a Dios. Tercero, la verdadera adoración es adoración en Espíritu. Ya que Dios es Espíritu, la verdadera adoración es una adoración pura, santa y espiritual, es decir, la ofrenda del alma y el homenaje del corazón en vez de meras palabras o emociones momentáneas.
Finalmente, la verdadera adoración siempre va acompañada de un cambio en el corazón del adorador, provocando un mayor deseo de amar y obedecer a Dios. Si la adoración no nos impulsa hacia una mayor obediencia, en realidad no es adoración. Muchos hoy en día salen de servicios de adoración emocionales con un mayor sentimiento de amor en sus corazones por Dios. No obstante, Jesús dijo: "Si me amáis, guardad mis mandamientos" (Juan 14:15). A menos que nuestra adoración nos lleve a un mayor compromiso de obediencia, no es adoración y el sentimiento que genera no es amor.
La verdadera adoración bíblica es un estilo de vida, no un momento en el tiempo (1 Corintios 10:31). La adoración no debe ocurrir sólo en la iglesia. Por el contrario, abarca toda nuestra vida. Nuestro trabajo, servicio, relación con otros, comer, dormir, todo lo que hacemos en nuestra vida diaria debe ser hecho en un espíritu de adoración a Dios. La verdadera adoración se dirige a Dios desde lo más profundo de nuestro ser. Se ofrece cantando, alabando, orando, dando, aprendiendo, viviendo en obediencia, etc., y siempre se debe ofrecer en espíritu y en verdad.
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