¿Cómo puedo discernir sobre qué orar?
Saber sobre qué orar es tan sencillo como identificar lo que sientes en tu corazón y lo que ocupa tus pensamientos. Jesús nos ofrece esta promesa extraordinaria en Juan 14:13-14: "Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo hare". De manera similar, en el Salmo 37:4, Dios nos dice: "Deléitate asimismo en el Señor, y él te concederá las peticiones de tu corazón". Podemos acercarnos confiadamente a Dios como un Padre generoso en los cielos (Romanos 8:15). Jesús dijo: "Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?" (Mateo 7:11).
A veces, las respuestas a nuestras oraciones, por muy bienintencionadas que sean, serán un firme "No" de parte de Dios o una respuesta que tardará mucho en llegar y de una forma que no esperábamos. Ahora bien, podemos pedir, y Dios quiere que lo hagamos.
Mientras crecemos en nuestra relación con Dios a través de Jesucristo, también aprendemos más sobre lo que es importante para Dios, sobre cómo actúa Él, y que hay cosas que simplemente no podemos comprender por nosotros mismos. Un niño al principio puede usar su voz para pedir a sus padres una golosina o un juguete que quiere, pero sus preguntas madurarán con el tiempo. Aprenderán que pedir un caramelo antes de irse a la cama lo más probable es que reciban un "No". Así también nosotros maduramos en nuestro caminar con Dios y en lo que le pedimos.
Romanos 12:1-2 nos da una clave de cómo podemos llegar a conocer la voluntad de Dios: "Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta."
No sabemos por qué orar comportándonos y pensando como los demás en este mundo. Renovamos nuestras mentes leyendo la Palabra de Dios en la Biblia (Juan 8:31-32), escuchando los sabios consejos de otros cristianos (Efesios 4:11-16; 5:15-21; Santiago 1:5) y preguntándole a Dios mismo por qué orar (Salmo 19:14; 37:3-7; 38:18).
La Biblia nos da muchos ejemplos e instrucciones sobre cosas por las que orar. Por ejemplo, 1 Timoteo 2:1-4 dice: "Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres; por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad. Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad". Jesús dio a Sus discípulos un ejemplo de oración en Mateo 6:8-13. Incluye la adoración a Dios, la petición de que se haga la voluntad de Dios, la súplica por las necesidades diarias, la confesión de los pecados y una petición por protección. Filipenses 4:6 dice: "Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias" (cf. Hebreos 4:14-16).
Por supuesto, hay ocasiones en las que las palabras y la sabiduría humanas no bastan, en las que nuestro corazón está muy agobiado como para orar. En esos casos, podemos estar seguros de que el Espíritu Santo intercede por nosotros (Romanos 8:26).
Usa la Palabra de Dios para orar, pide a un amigo cristiano de confianza que te recomiende libros de oración o que te hable de cómo ellos oran, y ora con otros cristianos maduros. Todo esto te ayudará a crecer en tu vida de oración. Y si alguna vez te encuentras con una situación por la que no sabes cómo orar, simplemente pregúntale a Dios qué es lo que Él quiere que suceda en Su perfecta voluntad.
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