¿Es la seguridad eterna una licencia para pecar?

Sabemos que la gracia de Dios es abundante y que hemos sido completamente perdonados. Confiamos en que nuestra salvación es eternamente segura. Entonces, ¿qué nos impide pecar? ¿Podemos ahora hacer lo que queramos y usar el perdón de Dios como excusa?

Pablo responde a esta pregunta en Romanos 6: 1-2: "¿Qué concluiremos? ¿Vamos a persistir en el pecado para que la gracia abunde? ¡De ninguna manera! Nosotros, que hemos muerto al pecado, ¿cómo podemos seguir viviendo en él?" Ya no estamos obligados a pecar (Romanos 6: 6-7). De hecho, ahora le pertenecemos a Cristo. Romanos 6: 16-18 explica: “¿Acaso no saben ustedes que, cuando se entregan a alguien para obedecerlo, son esclavos de aquel a quien obedecen? Claro que lo son, ya sea del pecado que lleva a la muerte, o de la obediencia que lleva a la justicia. Pero gracias a Dios que, aunque antes eran esclavos del pecado, ya se han sometido de corazón a la enseñanza que les fue transmitida. En efecto, habiendo sido liberados del pecado, ahora son ustedes esclavos de la justicia." Como creyentes, hemos sido hechos nuevos en Cristo (2 Corintios 5:17). Mientras todavía luchamos con el pecado y la tentación en esta vida, también llevamos una condición de justicia a los ojos de Dios (2 Corintios 5:21). No pertenecemos al pecado sino a la justicia. Usar la seguridad eterna como una licencia para pecar sería negar quienes somos en Cristo.

El pecado no solo es contrario a lo que somos en Cristo, sino que el pecado resulta en la muerte (Romanos 6:16, 23). Si bien el pecado no resultará en la muerte eterna de los creyentes, aún tiene consecuencias negativas. Para los creyentes, el pecado conduce al distanciamiento en nuestra relación con Dios. Nuestra seguridad eterna no se ve amenazada cuando pecamos, ni el amor de Dios por nosotros. Sin embargo, nuestra intimidad con Dios está amenazada. Cuando pecamos contra Él, experimentamos los síntomas de la muerte espiritual (como desánimo, confusión, soledad y cosas por el estilo).

Quizás la razón más convincente para evitar el pecado es el amor de Dios por nosotros. Juan nos dice que amamos a Dios como resultado del amor de Dios por nosotros (1 Juan 4:19). Jesús dijo que si lo amamos, lo obedeceremos (Juan 14:15). Debido a que confiamos en el amor de Dios por nosotros y confiamos en que Dios dispone las cosas para nuestro bien, también confiamos en sus mandamientos. Sabemos que al obedecer a Cristo encontramos vida. Él no nos pide que hagamos cosas o que nos abstengamos de hacer cosas para impulsar Su ego. Sus mandamientos son para nuestro beneficio. Sabiendo que estos provienen del amor de Dios, y motivados por el amor que sentimos a cambio, deseamos obedecer.



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