¿Qué enseña la Biblia sobre la responsabilidad de un cristiano?
Numerosos mandamientos aparecen en el Nuevo Testamento con respecto a la responsabilidad de un cristiano, desde compartir el evangelio (Mateo 28: 18–20) hasta continuar haciendo el bien (2 Tesalonicenses 3:13) y orar (Filipenses 4: 4–7). Sin embargo, en 1 Corintios 15:58, Pablo sintetiza nuestras responsabilidades a la luz de la resurrección de Jesús y nuestra esperanza en la vida eterna. Él escribe: "Por lo tanto, mis queridos hermanos, manténganse firmes e inconmovibles, progresando siempre en la obra del Señor, conscientes de que su trabajo en el Señor no es en vano." (1 Corintios 15:58). Somos llamados a ser firmes e inamovibles, cimentados espiritualmente (ver también Gálatas 5: 1 y Efesios 6: 10-18). Estamos llamados a estar siempre abundando en la obra del Señor, amando y ofreciendo esperanza a todos (véase también Gálatas 6: 9-10). Estamos llamados a saber que nuestra obra en el Señor no es en vano; se trata de una fe sólida e inquebrantable.
Cuando creemos en Jesús, cuando aceptemos Su muerte y resurrección en nuestro beneficio, comenzaremos a permitir que Dios nos inculque el deseo de obedecerle. Nuestras motivaciones y responsabilidades comienzan a parecerse a un caminar con Jesús. Juan escribió: "Todo el que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios, y todo el que ama al padre ama también a sus hijos. Así, cuando amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos, sabemos que amamos a los hijos de Dios. En esto consiste el amor a Dios: en que obedezcamos sus mandamientos. Y estos no son difíciles de cumplir […]". (1 Juan 5: 1-3).
Todo esto depende de la resurrección. Pablo sabía que si nos asimos a la resurrección, nuestras intenciones, motivaciones y acciones estarían enfocadas eternamente. De "primera importancia" es "que Cristo murió por nuestros pecados según las Escrituras, que fue sepultado, que resucitó al tercer día según las Escrituras" (1 Corintios 15: 3-4).
Colosenses 3: 2–4 nos dice dónde debe estar nuestro enfoque: "Concentren su atención en las cosas de arriba, no en las de la tierra, pues ustedes han muerto y su vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, que es la vida de ustedes, se manifieste, entonces también ustedes serán manifestados con él en gloria." Cuando nos enfocamos en Dios y Sus caminos, entendemos y cumplimos las responsabilidades que Él nos ha confiado.
Dios tiene planes para nosotros, para nuestras relaciones con otros cristianos, para nuestras relaciones con otros fuera de la fe y para la iglesia universal (Efesios 2:10). "Más bien, al vivir la verdad con amor, creceremos hasta ser en todo como aquel que es la cabeza, es decir, Cristo. Por su acción todo el cuerpo crece y se edifica en amor, sostenido y ajustado por todos los ligamentos, según la actividad propia de cada miembro.” (Efesios 4: 15-16). Es nuestra responsabilidad rendirnos a la obra del Espíritu Santo dentro de nosotros (Filipenses 2: 12-13) y crecer en fe y obediencia a Cristo.
Cuando profundicemos en nuestra relación con Dios, Él nos dirigirá (Proverbios 3: 5-6). En cada faceta de nuestra vida, desde las finanzas hasta el romance, desde los talentos hasta nuestra salud física, debe crecer continuamente en sumisión a la guía y dirección de Dios (Santiago 2:26).
Nuestra responsabilidad es aprender y comprender la instrucción de Dios, primero de la Biblia (como en Santiago 1:27: "La religión pura y sin mancha delante de Dios nuestro Padre es esta: atender a los huérfanos y a las viudas en sus aflicciones, y conservarse limpio de la corrupción del mundo.”, y luego aprender el ritmo de la gracia al caminar con Jesús constantemente.
"Hagan lo que hagan, trabajen de buena gana, como para el Señor y no como para nadie en este mundo, conscientes de que el Señor los recompensará con la herencia. Ustedes sirven a Cristo el Señor.” (Colosenses 3: 23–24).
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