¿Cuál es la clave para resistir la tentación?
La tentación es común a todas las personas. La tentación a pecar comenzó en el jardín con Adán y Eva, continuó a través del tiempo hasta que Jesús fue tentado, y nos ha acechado a todos desde entonces. La tentación es la invitación al pecado. Pecar es actuar en contra de Dios y de Su voluntad. Con frecuencia pensamos en el pecado como una lista de crímenes, sin embargo, el pecado es mucho más que eso. El pecado es pensar, actuar y tener motivos opuestos a Dios y a Su voluntad.
Aunque todos somos tentados, podemos estar seguros de que no somos los únicos. Pablo escribe en 1 Corintios 10:13 que "No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana". Jesús también fue tentado. Después de ayunar sin comida ni agua durante 40 días, el Diablo lo tentó para que convirtiera las piedras en pan, para que saltara desde un punto alto del templo y viera cómo los ángeles lo salvaban, y para que se inclinara ante Satanás a cambio del poder del mundo (ver Mateo 4). La respuesta de Jesús fue negarse a ceder a la tentación y citar la Palabra de Dios.
En cierto modo, estas tentaciones fueron propias de Jesús, aunque las Escrituras nos dicen que Jesús fue "tentado en todo según nuestra semejanza" (Hebreos 4: 15).
Cuando somos tentados, podemos seguir el ejemplo de Jesús rechazando inmediatamente ese pensamiento, para luego continuar con la defensa de las Escrituras.
Para usar las Escrituras como una defensa y un arma contra la tentación, debemos conocer las Escrituras. Cuanto más sepamos, mejor equipados estaremos.
En el Salmo 119:11, se nos da este ejemplo: "En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti". Y, en el mismo Salmo, versículos 97-98, leemos: "¡Oh, ¡cuánto amo yo tu ley! Todo el día es ella mi meditación. Me has hecho más sabio que mis enemigos con tus mandamientos".
También debemos clamar al Espíritu Santo para que nos ayude a rechazar la tentación y a complacerle. En Gálatas 5:16, Pablo escribe: "Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne".
Jesús nos enseñó a orar y a pedirle a Dios que nos ayude. Le dijo a Pedro que orara para evitar caer en la tentación (Marcos 14:38).
En 1 Corintios 10:13, se nos dice: "pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir", y que Él nos proporcionará una salida. Debemos estar conscientes de esta promesa, encontrar la salida, y finalmente, aceptarla obedientemente.
Como cristianos, debemos ser conscientes de que tenemos un enemigo que no busca simplemente hacernos tropezar o distraernos, sino destruirnos. "Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar" (1 Pedro 5:8). Devorar no es mordisquear o saborear; es destruir. En otro lugar, se nos dice que nos armemos.
"Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos" (Efesios 6:10-18).
Recuerda también que Jesús murió por ti ya que no podías pagar la pena por tu pecado, que es la muerte. Él te amó tanto que aceptó la pena de muerte por ti. Como agradecimiento por ese amor tan sufrido, puedes resistir la tentación como una ofrenda a Jesús.
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