¿Qué quiso decir Labán a Jacob cuando le dijo: 'Que el Señor nos vigile a los dos' en Génesis 31:49?

"Que el Señor nos vigile a los dos" es una declaración que Labán hizo para tratar de asegurarse de que Jacob cumpliera los términos de su nuevo pacto, ya que ambos hombres tenían un historial de engaños y artimañas y no podían confiar en que el otro cumpliera su palabra.

Jacob, que había engañado a su hermano Esaú para quitarle su herencia (Génesis 25:31) y a su padre para que le diera la bendición del primogénito (Génesis 27:35), acababa de escaparse de su suegro Labán sin decírselo (Génesis 31:26). Jacob había vivido con Labán como un miembro más de la familia durante los últimos veinte años. Por aquel entonces, Labán ofreció refugio a Jacob cuando huía de su hermano Esaú, que estaba enfadado hasta tal punto de llegar a ser un asesino después de que le robaran su herencia y su bendición con engaños y artimañas (Génesis 27:41-45; 28:1-5).

Cuando Jacob llegó, se enamoró de Raquel, la hija de Labán, y éste tuvo la oportunidad de engañar al embaucador. Labán prometió que Jacob podría casarse con Raquel si trabajaba para él como pastor durante siete años. Sin embargo, al cabo de siete años, Labán la sustituyó por su otra hija, Lea, durante la ceremonia nupcial. Entregó a Raquel a Jacob después de la semana de bodas de Lea, pero le exigió que trabajara otros siete años (Génesis 29). Jacob había trabajado esos catorce años y luego pasó otros seis trabajando para tener sus propios rebaños (Génesis 30:25-43; 31:41). Jacob era próspero y vio que Labán ya no lo miraba con buenos ojos, así que Dios le dijo a Jacob que regresara a su tierra natal (Génesis 31:1-3). A causa del engaño anterior de Labán, a Jacob le preocupaba que su suegro no cumpliera su acuerdo e impidiera que Jacob se fuera con sus mujeres y rebaños si le contaba a Labán sus planes (Génesis 31:31). Por eso, Jacob se escabulló sin informar a Labán (Génesis 31:4-21).

Cuando Labán descubrió que Jacob y sus hijas habían desaparecido, se enfadó e intentó hacerle daño a Jacob, aunque Dios le advirtió en sueños que dejara marchar a Jacob en paz (Génesis 31:24, 29). Cuando Labán alcanzó a Jacob y los dos hombres se encontraron, hicieron un pacto en el que se comprometían a no hacerse daño mutuamente. Jacob levantó una columna de piedras, a la que llamó Galaad, que significa "montículo del testimonio". Teniendo en cuenta su historia de mentiras y engaños, ninguno de los dos hombres podía confiar en el otro (Génesis 31:43-54). Por esta razón, Labán invocó a Dios para que fuera el testigo que garantizara el cumplimiento del acuerdo de paz. De ahí que el montón de piedras se llamara también Mizpa, que significa "atalaya". Labán le recordó a Jacob que Dios lo vigilaría y le pediría cuentas cuando Labán no pudiera hacerlo. "Que el Señor nos vigile a los dos" es esencialmente una advertencia.

Lejos de ser una oración pidiendo el favor y la protección de Dios para Jacob, "Que el Señor nos vigile a los dos" era una oración pidiendo juicio y justicia en caso de que Jacob rompiera el pacto. Dios exige a las personas que cumplan sus promesas. El profeta Oseas dijo de Israel: "Han hablado palabras jurando en vano al hacer pacto; por tanto, el juicio florecerá como ajenjo en los surcos del campo" (Oseas 10:4). Los juramentos vacíos y los pactos rotos dieron lugar al juicio. Por eso Labán pedía a Dios que juzgara a Jacob si alguna vez se rompía este pacto que acababa de establecer (Génesis 31:51-53).

Mientras que los acuerdos entre personas tienen la posibilidad de fallar, Dios permanece fiel a cada pacto y promesa que ha pronunciado. El salmista escribió: "Se acordó para siempre de su pacto; De la palabra que mandó para mil generaciones" (Salmo 105:8). Podemos estar seguros que Dios permanecerá fiel a Su palabra, incluso cuando los seres humanos que nos rodean actúen con engaño y nos decepcionen.