Quienes confían en Cristo para la salvación se convierten en verdaderos hijos e hijas de Dios. Así, los creyentes pasan a formar parte de la familia de Dios y pueden acercarse a Él, nuestro Abba Padre.
Varios pasajes revelan que los creyentes son hijos de Dios. Romanos 8:14-17 dice: "Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, los tales son hijos de Dios. Pues ustedes no han recibido un espíritu de esclavitud para volver otra vez al temor, sino que han recibido un espíritu de adopción como hijos, por el cual clamamos: «¡Abba, Padre!». El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si en verdad padecemos con Él a fin de que también seamos glorificados con Él”. Abba es una palabra aramea (o, al menos, semítica) que significa “Padre”. Existe cierto debate sobre las connotaciones de la palabra. Muchos la han traducido como “Papá”, lo que denota la forma en que un niño pequeño llama a su padre. Sin embargo, estudiosos recientes afirman que Abba no es una palabra infantil, sino un término de respeto utilizado por un hijo adulto. Jesús llamó a Dios “Abba” (Marcos 14:36). Esto, sin duda, hace que la palabra sea familiar, pero también encierra un sentido de reverencia y respeto. En cualquier caso, que Dios sea nuestro Abba Padre significa que es nuestro Padre. El término conlleva un sentido de cercanía. Los seguidores de Cristo son adoptados en la familia de Dios; llegamos a ser Sus hijos (Juan 1:12). Efesios 1:3-14 describe muchos detalles de lo que implica ser Sus hijos, como recibir toda bendición espiritual, redención, perdón, una herencia y el sello del Espíritu Santo que garantiza todo lo que Dios promete.
Dios cuida de nosotros como un buen padre cuida de sus hijos. Le pertenecemos a Él como un hijo pertenece a un padre. Dios ha concedido Su “apellido” a los creyentes. Nuestra salvación y nuestra vida terrenal están seguras en Él. Podemos acercarnos a Él como lo haríamos a un padre gentil, con una cercanía familiar mezclada con respeto. Dios hace todo esto “para alabanza de Su gloria” (Efesios 1:12, 14). Como hijos Suyos, los creyentes representan a Dios ante el mundo. Del mismo modo que los hijos humanos son producto de sus familias y su comportamiento suele reflejarse en estas, el nuestro también se refleja en Dios (1 Juan 4:7-11). Muchos luchan con el concepto de Dios como padre porque los padres terrenales fallan a sus hijos. Incluso aquellos que son buenos según los criterios humanos no son perfectos. Tristemente, hay muchos padres abusivos y negligentes, pero estos no reflejan cómo es Dios como Padre. Dios es el Padre perfecto; Él no decepciona como nuestros padres terrenales, ni abusa o avergüenza. Nos disciplina con amor (Hebreos 12:7-11). Aunque merece, e incluso exige, respeto, también es increíblemente amoroso e íntimamente personal. Él conoce nuestras necesidades y las satisface (Mateo 6:31-33; Hebreos 13:5-6), por lo que podemos acudir a Él confiadamente con ellas. Resumen del artículo Comprenda: Por medio de Cristo, Dios adopta a los creyentes en Su familia, y estos pueden llamarlo “Abba Padre”, término que significa intimidad y respeto. Como nuestro Padre, Dios provee para nuestras necesidades y nos revela Sus planes, demostrando así Su relación amorosa e íntima con nosotros. Los creyentes tienen una herencia segura en la familia de Dios y pueden acercarse a Él con confianza.