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¿Se preocupa Dios por todo lo que pasa en mi vida, incluso por las cosas pequeñas?

A veces la gente dice que Dios es demasiado importante o está muy ocupado con cosas más relevantes como para preocuparse por algo tan intrascendente como los detalles de nuestra vida. Sin embargo, esta opinión no es bíblica. A Dios le importan absolutamente las pequeñas cosas que ocurren en nuestras vidas.

Para tener una mejor perspectiva, primero debemos entender que todo es poco comparado con Dios; Él creó todo el universo. No obstante, el tema de si a Dios le preocupa, tiene que ver más con la profundidad de Su amor que con la amplitud de Su poder o la importancia de un detalle en particular. A lo largo de la Biblia, vemos pruebas de que Dios se preocupa profundamente por nuestras vidas.

Jesús nos dice que valemos mucho más que eso. Por supuesto que le importamos a Dios. Se preocupa lo suficiente como para contar los cabellos de nuestras cabezas.

Mateo 6:25-33 es un pasaje similar. Aquí Jesús nos aconseja que no nos preocupemos, resaltando cómo Dios cuida de los pájaros y las flores, cosas que pasan rápidamente y que son consideradas pequeñas para los humanos. ¿Cuánto más cuidará Él de Su pueblo?

La vida de Jesús también demuestra el cuidado de Dios por los detalles. Le vemos dar de comer a los que llevaban días escuchando Sus enseñanzas y tenían hambre (Marcos 6:30-44; 8:1-10). Se relacionó con los niños, a los que se consideraba de poca importancia (Marcos 10:13-16). Se tomaba tiempo con las personas que sanaba, atendiendo sus problemas espirituales a nivel individual. Un ejemplo excelente es el de la mujer con flujo de sangre. Mientras iba a sanar a la hija de un jefe de la sinagoga, un hombre de gran importancia, una mujer se acercó a tocar el manto de Jesús y recibió la sanidad. Jesús se detuvo, preguntó quién le había tocado y confirmó la sanidad que la mujer había recibido. No estaba demasiado ocupado ni tenía una misión demasiado importante como para reconocer a esta mujer y darle la salud (Lucas 8:40-56). La noche en que Jesús fue arrestado para ser crucificado, se tomó el tiempo de sanar la oreja del siervo del sumo sacerdote, una oreja que uno de sus discípulos había cortado (Lucas 22:50-51). En medio de la traición y la crucifixión, algo por lo que Jesús acababa de agonizar en oración, se preocupó por este detalle y concedió la sanidad. Vemos su toque personal en muchos de los relatos de Sus milagros. También lo vemos en la forma en que interactuaba con Sus discípulos. Jesús se preocupa absolutamente por las "pequeñas" cosas.

Muchos de los Salmos confirman el hecho de que Dios se preocupa por nuestras vidas, incluso por las cosas pequeñas. En el Salmo 56:8, David escribió: "Mis huidas tú has contado; pon mis lágrimas en tu redoma; ¿no están ellas en tu libro?". En el Salmo 139:13-14 dice: "Porque tú formaste mis entrañas; tú me hiciste en el vientre de mi madre. Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; estoy maravillado, y mi alma lo sabe muy bien". Este es un Dios que está íntimamente relacionado con la vida de Su pueblo.

Pablo dice a los Tesalonicenses: "Estad siempre gozosos. Orad sin cesar. Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús" (1 Tesalonicenses 5:16-18). ¿Por qué habríamos de orar sin cesar si a Dios no le importa? El Nuevo Testamento está lleno de descripciones del amor de Dios por Su pueblo y Su abundante provisión para nosotros (Romanos 8; Efesios 1:3-14; Colosenses 3:12; 2 Pedro 1:3-4, por nombrar algunos). Somos elegidos, hijos de Dios, herederos con Cristo. En Efesios 3:16-21 Pablo escribe que ora por los efesios, "para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria [del Padre], el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu; para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios. Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén".

La descripción bíblica de Dios es una de gran poder y también de un amor asombroso. Cuando amamos a alguien, nos preocupamos por los detalles de su vida. ¿Cuánto más se preocupa Dios, que es amor (1 Juan 4:8), por la vida de Sus hijos?

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