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¿Qué significa producir fruto? ¿Cómo puede un cristiano producir fruto?
"Producir fruto" es una frase que se usa para referirse a las acciones externas que son el resultado de la condición interna del corazón de una persona. Gálatas 5:16-24 compara las obras o el fruto de la carne con los del Espíritu Santo. En nuestra naturaleza pecaminosa, producimos cosas como la idolatría, los celos, las disensiones y los ataques de ira. "Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza..." Como cristianos, debemos producir un fruto de acuerdo con nuestra relación con Dios. Tratamos de hacer cosas externas que demuestren que hemos sido transformados en Cristo (2 Corintios 5:17). Entonces, ¿cuál es la clave para producir el buen fruto?
En Juan 15:4-5 Jesús resumió la respuesta a esta pregunta: "Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, este lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer". Para producir fruto en la vida cristiana debemos permanecer en Jesús.
Cuando estamos conectados y somos intencionales en nuestra relación con Dios, producimos el fruto que Dios siembra en nosotros. Es Dios quien hace el trabajo en nosotros; nuestra producción de frutos es simplemente un resultado de lo que Él hace. Jesús dijo: "No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca..." (Juan 15:16). Efesios 2:8-10 tiene un mensaje parecido. 2 Corintios 3:18 habla de que somos transformados a la imagen de Cristo. A medida que el Espíritu Santo nos santifica, nos volvemos más parecidos a Cristo; damos fruto.
¿Cómo podemos construir nuestra relación con Dios? Haciendo cosas como pasar tiempo en la Palabra de Dios (la Biblia); orando y escuchando; adorando a Dios a solas y con otros; ayunando; y entregando nuestro tiempo, bienes y talentos. Estas son algunas de las cosas que podemos hacer. Por otro lado, para no dañar la relación, evitamos los deseos de la carne mencionados en Gálatas 5:19-21. En resumen, buscamos constantemente a Dios y nos alejamos del pecado.
Sin duda, nuestro objetivo como cristianos no es el fruto que producimos, sino la conexión que tenemos con Dios. Cuando nos enfocamos en nuestra vida cristiana externa, podemos quedar atrapados en la apariencia. Es muy fácil vivir una rutina cristiana sin tener una verdadera conexión con Dios. Podemos caer en el error de aparentar una buena imagen sin experimentar una verdadera transformación del corazón. En ese caso, el fruto que producimos es nuestro, no es del Espíritu Santo, y nuestros corazones no tienen el amor de Cristo.
Producir fruto en la vida cristiana no significa hacer obras o hacer la justicia con nuestras propias fuerzas. Más bien, consiste en crecer de manera intencional en nuestro caminar con Cristo, permitiendo que el Espíritu Santo nos transforme, y obedeciendo a Dios en todo lo que Él nos llama a hacer. Cuando lo busquemos y dejemos nuestros propios deseos carnales por Sus buenos caminos, daremos un fruto duradero y seremos la sal y la luz de un mundo que necesita a Jesús (Mateo 5:13-16).
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