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¿Qué significa que hay poder en el nombre de Jesús?
El nombre de Jesús es el nombre más poderoso que existe. Dios le dio a Jesús el "nombre que es sobre todo nombre" (Filipenses 2:9). ¿Por qué este nombre es tan poderoso? Es por el sacrificio que Jesús hizo, al vivir una vida perfecta, morir como un pecador y resucitar. Jesús abrió un camino para que toda la humanidad se salvara y quedara en paz con Dios: "porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo" (Romanos 10:13; cf. Hechos 4:12). El nombre literal "Jesús" no tiene un poder inherente; es poderoso por causa de Jesucristo, la persona, Dios encarnado, que abrió un camino para nuestra salvación. Cuando hablamos del nombre de Jesús, estamos hablando de Jesús mismo, de Su carácter y de las cosas que hace.
Gracias al sacrificio de Jesús, Dios le dio el nombre más poderoso que existe. Filipenses 2:8-11 dice: "y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre". El nombre de Jesús nos obliga a adorarle y a dar gloria a Dios. Un día cada persona se encontrará cara a cara con Jesús y confesará que Él es el Señor.
La fe es necesaria para creer en el poder del nombre de Jesús (Hebreos 11:6). Sin fe, Su nombre no será poderoso. En cambio, con fe, el nombre de Jesús es el más poderoso que existe. La biblia nos instruye a orar en el nombre de Jesús y con Su autoridad (Juan 16:23-24). En Juan 14:14, Jesús dice: "Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré" (ver también 1 Juan 5:13-15).
Por la fe, los discípulos realizaron milagros, señales y prodigios en el nombre de Jesús (Lucas 10:17; Hechos 4:29-30). Nosotros tenemos el mismo poder que tiene Jesús, el poder del Espíritu Santo, dentro de nosotros cuando ponemos nuestra fe en Él como Señor.
Hay personas que pretenden hacer milagros en el nombre de Jesús sin poner su fe en Él. En el libro de los Hechos, los siete hijos del sacerdote Esceva intentaron expulsar demonios en el nombre de Jesús sin creer realmente en Él. Ellos no tenían poder sobre los demonios porque no estaban caminando en el poder de Jesús. Por el contrario, terminaron ensangrentados y muy golpeados por el hombre endemoniado (Hechos 19:13-16). No hay un método seguro para garantizar un milagro cada vez que oramos por alguien, pero también podemos estar seguros de que Dios no honrará el poder en el nombre de Jesús si no va acompañado de la fe en que Jesucristo es el Señor. Una vez más, el poder del nombre de Jesús no es el nombre en sí mismo como si fuera una fórmula mágica para producir ciertos resultados. Más bien, el poder del nombre de Jesús es la Persona de Jesús. Cuando le pertenecemos a Él por medio de la fe, podemos confiar en Él y saber que Su poder está actuando en nosotros.
Como creyentes, estamos plenamente convencidos del poder que hay en el nombre de Jesús. Cuando oramos, tenemos el poder de Jesús obrando en nosotros. Como cristianos, vivimos reconociendo el poder que hay en el nombre de Jesús: "Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él" (Colosenses 3:17). El poderoso nombre de Jesús hace posible que todas las personas sean salvas, sanadas y liberadas. El Salmo 115:1 nos enseña: "No a nosotros, oh Señor, no a nosotros, sino a tu nombre da gloria, por tu misericordia, por tu verdad".
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