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¿Qué es el poder de la oración?
El poder de la oración está en Aquel a quien oramos. Dios tiene el poder. Orar a Él es un conducto para Su poder. Es como una lámpara. La lámpara no tiene poder, aunque muestra luz. El cable no tiene poder, es solo el conducto. La oración es un conducto al Poder.
Dios es todopoderoso: "Porque para Dios no hay nada imposible." (Lucas 1:37).
Estamos invitados a orar. De hecho, en Lucas 18: 1 leemos: "Jesús les contó a sus discípulos una parábola para mostrarles que debían orar siempre, sin desanimarse." Hebreos 4: 14–16 habla de Jesús como nuestro Sumo Sacerdote y dice que él puede empatizar con nosotros. Hebreos 4:16 dice: "Así que acerquémonos confiadamente al trono de la gracia para recibir misericordia y hallar la gracia que nos ayude en el momento que más la necesitemos." Se nos ha dado acceso al mismo trono de Dios a través de la oración.
Se nos manda a orar. En 1 Tesalonicenses 5: 16–18 dice: "Estén siempre alegres, oren sin cesar, den gracias a Dios en toda situación, porque esta es su voluntad para ustedes en Cristo Jesús." Filipenses 4: 6–7 y Efesios 6:18 tienen exhortaciones similares.
También se nos enseña a orar, por ejemplo, en la Oración del Padrenuestro. "Ustedes deben orar así: ‘Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan cotidiano. Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores. Y no nos dejes caer en tentación, sino líbranos del maligno’ "(Mateo 6: 9–13).
Cuando oramos, nuestros miedos pueden ser aliviados. Cuando oramos, nuestra fe puede crecer. Cuando oramos, podemos descansar. Cuando oramos, podemos estar en paz. Cuando oramos, podemos entregar nuestras preocupaciones a Dios. Cuando oramos, podemos ganar confianza en Aquel que nos creó. Cuando oramos, podemos ser sanados. Cuando oramos, podemos recibir orientación y dirección. Nuevamente, el poder no está en la oración, sino en el Dios a quien oramos.
Podemos estar seguros de que Dios escucha nuestras oraciones (Salmo 18: 6; 1 Juan 5: 14–15) y Él responde a nuestras oraciones según Su voluntad (Salmo 17: 6; 34:17; Juan 14: 12–14; Lucas 11:13; 1 Juan 5:15; Santiago 1: 5; 4: 2–10; 5: 13–18) independientemente de cuán profunda o pequeña sea nuestra fe (Mateo 17:20; Hechos 12).
Nuestro acceso a Dios se hace a través de Jesús, quien vino y murió para salvarnos (Juan 3: 16–18; Hebreos 4: 14–16; 10: 19–23). Cuando creemos en Jesús como nuestro Salvador, nuestro acceso a Dios está asegurado. Podemos ir con confianza a Dios.
"Esta es la confianza que delante de Dios tenemos por medio de Cristo. No es que nos consideremos competentes en nosotros mismos. Nuestra capacidad viene de Dios." (2 Corintios 3: 4–5). La oración es un privilegio que Dios otorga a sus hijos. El poder de la oración es Dios mismo, nuestro todopoderoso y amoroso Padre.
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