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¿Cómo se relacionan la salvación y el perdón?
Aunque la salvación y el perdón son conceptos distintos, están estrechamente unidos. Cuando aceptamos el amor de Jesús y afirmamos que es nuestro Salvador, experimentamos los dones espirituales de salvación y perdón. También recibimos justificación, redención, reconciliación, expiación, propiciación y regeneración. Juan el Bautista fue enviado antes de Cristo y sería "[...] llamado profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor para prepararle el camino. Darás a conocer a su pueblo la salvación mediante el perdón de sus pecados" (Lucas 1:77). Podemos alegrarnos porque Cristo ofrece salvación y perdón, y podemos elegir libremente aceptar estos dones (Hechos 10:43).
La salvación ocurre cuando Dios nos rescata de nuestro destino merecido, que heredamos debido a nuestra naturaleza pecaminosa. La palabra salvación se deriva de la palabra griega sozo, que significa "ser liberado y rescatado". Nuestra pena por el pecado es la separación eterna de Dios, pero la salvación nos rescata de esa pena (Romanos 6:23; Mateo 25:46). Romanos 6:14 también describe nuestra liberación más inmediata del pecado en esta vida, declarando: "Así el pecado no tendrá dominio sobre ustedes, porque ya no están bajo la ley, sino bajo la gracia." Es por el maravilloso regalo de la salvación que no tenemos que vivir la vida sin sentido descrita en Eclesiastés. En cambio, podemos disfrutar de una vida abundante y significativa, cerca de Dios (Juan 10:10; Gálatas 5: 22–23).
El perdón es esencial para nuestra salvación. No podemos recibir una vida liberada de nuestro destino merecido a menos que Dios perdone nuestro pecado (Hechos 26:18). La palabra perdón proviene de la palabra griega aphiemi, que significa "dejar ir, darse por vencido, no aferrarse más". Podemos pensar en el perdón metafóricamente, como una deuda pendiente que tenemos que es borrada por alguien que nos ama. Ya no llevamos la carga de esa deuda. El Salmo 103: 12 dice que, porque somos perdonados, Dios nunca tendrá en cuenta nuestros pecados contra nosotros.
Podemos alegrarnos porque se nos prometen muchos dones espirituales maravillosos cuando aceptamos a Cristo como nuestro Señor. Dios nos ama y quiere que vivamos conectados a Él. Él nos ofrece la salvación, la liberación de nuestro destino merecido para que no tengamos que vivir separados de Él. También nos ofrece perdón, y borrar el peso de todos nuestros pecados y errores pasados de nuestra alma. Podemos vivir en sintonía con Él debido a estos dones interconectados.
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