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¿Qué significa que los maestros serán juzgados de una manera más estricta (Santiago 3:1 - NTV)?

Santiago 3:1 dice: "Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos mayor condenación". Antes de este versículo, Santiago habla de la fe que nos conduce a las buenas obras. Santiago continúa esta reflexión sobre los maestros con una advertencia sobre cómo debemos cuidar nuestras palabras y el poder de la lengua. Los maestros dentro del liderazgo de una iglesia o ministerio serán juzgados más severamente que aquellos que no son maestros. Esto se debe al lugar de influencia que ocupan.

Los maestros espirituales necesitan ser ejemplo de las buenas obras de la fe y tener mucho cuidado con sus palabras, como todos los creyentes, pero especialmente porque tienen los ojos de otros que los miran como ejemplo. En 1 Timoteo 3:2-7, Pablo enumera una serie de cualidades de carácter que deben tener los ancianos, los líderes de la Iglesia, entre las que se encuentra la capacidad de enseñar (versículo 2). Los ancianos también deben ser "irreprensibles" (versículo 2). Aquellos que enseñan la Palabra de Dios a otros están sujetos a un estándar más alto, o son juzgados más estrictamente, a causa de la tarea que Dios les ha confiado.

Para usar una analogía más natural, a uno no le gustaría estar en una clase dictada por un maestro que no estuviera bien versado en la materia. Como estudiante, desearías aprender de alguien que tiene el conocimiento y la experiencia para ayudarte a aprender y crecer en el tema. Lo mismo ocurre con un maestro espiritual. Los maestros espirituales deben usar "bien la palabra de verdad" (2 Timoteo 2:15). Deben conocer lo que dice la Palabra de Dios y ser capaces de transmitirlo con exactitud a los demás. Sin embargo, los maestros espirituales no se limitan a transmitir conocimientos, sino que deben ejemplificar lo que significa "observar todo lo que [Cristo] nos ha mandado" (Mateo 28:20).

Dios ha otorgado a ciertas personas el don espiritual de la enseñanza y Su intención es que administren ese don con el propósito de hacer avanzar Su reino (Efesios 4:11-12; Romanos 12:6-8; 2 Timoteo 4:2). La enseñanza no pretende ser un medio de manipular a los demás para servirse a uno mismo. Por el contrario, los maestros deben servir generosamente a los demás y ayudarles a crecer en su fe y en el conocimiento de Cristo y de lo que significa seguirle (Gálatas 5:13). El cargo de maestro no es para tomarlo a la ligera.

Los maestros deben ser irreprochables y no utilizar su posición para beneficio personal (1 Timoteo 6:5). Desafortunadamente, hay falsos maestros que tienen "apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella" (2 Timoteo 3:5; ver también 2 Timoteo 4:3-4). Cuando escuches a un maestro cristiano, fíjate en el fruto del Espíritu presente en su vida y en su ministerio. ¿Coincide su enseñanza con la Palabra de Dios? Todo lo que es falso algún día saldrá a la luz (2 Timoteo 3:8-9).

Aunque la salvación es por gracia únicamente a través de la fe (Efesios 2:8-9), las buenas obras que hacemos aquí en la tierra almacenan tesoros en el cielo para nosotros (Lucas 12:33; Mateo 6:19-21; 10:41; 16:27; Efesios 6:8). Un líder cristiano podría ser muy fiel, pero Dios es quien pondrá a prueba la pureza eterna de sus obras (1 Corintios 3:11-15). Dios no recompensará las acciones egoístas o manipuladoras. Esas obras no podrán soportar el fuego purificador de Dios y salir airosas, sino que serán consumidas. La única recompensa que recibirán aquellos que hagan cosas buenas buscando hacerse notar, o enseñando buscando ganar popularidad, será aquí en la tierra (Mateo 6:2-4). Todos los creyentes, estén o no en una posición de enseñanza, deben tener como meta el escuchar a Dios decir: "Bien, buen siervo y fiel" (Mateo 25:23). Hacemos bien cuando administramos los dones que Él nos ha dado, sirviendo fielmente de acuerdo a la capacidad y oportunidad que Él nos da (Mateo 25:14-30).

Parte de la responsabilidad de los maestros en una iglesia recae en los supervisores o pastores de la iglesia que los colocaron en esa posición. A veces las iglesias están tan necesitadas de enseñanza que colocan a personas en cargos de enseñanza o liderazgo sin estar calificadas para ello. En vez de simplemente llenar una vacante con alguien que esté disponible, es importante que el liderazgo de la iglesia busque la sabiduría de Dios sobre a quién confiar un rol de liderazgo dentro del cuerpo. Tanto para el maestro como para la iglesia, es importante contar con un liderazgo que tenga una reconocida trayectoria de carácter piadoso y buena administración de los dones que Dios les ha dado, especialmente sabiendo que recibiremos mayor condenación según Santiago 3:1.

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