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¿Cuál fue el efecto de la caída en la humanidad?
Los efectos de la caída no pueden ser sobreestimados. Para apreciar el vasto alcance de los efectos de la caída, primero debemos entender que Adán actuó como el representante de toda la humanidad. Como tal, su caída fue la caída de todos.
Uno de los efectos más devastadores de la caída es la desagradable aparición de la muerte. Génesis 2: 16–17 dice: "Y [el Señor] le dio este mandato: ‘Puedes comer de todos los árboles del jardín, pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no deberás comer. El día que de él comas, ciertamente morirás.’" Después de que Adán desobedeció la orden de Dios de no comer del árbol, Dios le dijo: "Te ganarás el pan con el sudor de tu frente, hasta que vuelvas a la misma tierra de la cual fuiste sacado. Porque polvo eres, y al polvo volverás."(Génesis 3:19). Pablo dice en Romanos 5:12: "Por medio de un solo hombre el pecado entró en el mundo, y por medio del pecado entró la muerte; fue así como la muerte pasó a toda la humanidad, porque todos pecaron."
Otro efecto de la caída fue que el hombre, que fue creado bueno, nació a partir de entonces con una naturaleza pecaminosa. Vemos esto en los primeros hijos de Adán y Eva. Caín se enoja con su hermano Abel y lo mata (Génesis 4: 1–16). La humanidad ahora nace con una disposición pecaminosa de corazón. No somos pecadores porque pecamos, pecamos porque somos pecadores. Es nuestra naturaleza. Como se registra en Mateo 15: 18–19, Jesús dice: "Pero lo que sale de la boca viene del corazón y contamina a la persona. Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, la inmoralidad sexual, los robos, los falsos testimonios y las calumnias." El gran rey David dijo en el Salmo 51: 5: "Yo sé que soy malo de nacimiento; pecador me concibió mi madre." contenida en Gálatas 5: 19–21 incluye "inmoralidad sexual, impureza y libertinaje; idolatría y brujería; odio, discordia, celos, arrebatos de ira, rivalidades, disensiones, sectarismos y envidia; borracheras, orgías, y otras cosas parecidas." La descripción de la humanidad después de la caída registrada por Pablo en Romanos 1: 29–31 incluye todo tipo de injusticia, maldad, codicia, malicia, envidia, asesinato, contienda, engaño, malicia, chismes, calumnias, odio a Dios, insolencia, soberbia, jactancia, ingenio para el mal, desobediencia a los padres, necedad, falta de fe y crueldad. Todas estas actitudes y acciones pecaminosas son el resultado directo de la caída.
El efecto más terrible de la caída fue el efecto que tuvo sobre la relación íntima entre Dios y el hombre. Mientras que antes de la caída, el hombre caminaba abiertamente con Dios en el jardín, después de la caída, el hombre se escondió de Dios con temor y vergüenza (Génesis 3: 9-10). Dios ya no era un Padre para ser amado, sino un Juez para ser temido. Debido a la caída, la humanidad se apartó de Dios, fue hostil a Dios y enemiga de Dios (Efesios 2:12; 4:18; Colosenses 1:21; Santiago 4: 4). En lugar de ser hijos de Dios, nos convertimos en hijos de la ira, la desobediencia y el diablo (Efesios 2: 1–3; Romanos 11:32; 1 Juan 3:10).
Otros efectos de la caída incluyen relaciones tensas entre marido y mujer, trabajo de parto doloroso y trabajo penoso (Génesis 3: 16–19), y una serie de desastres naturales (Romanos 8:22).
Peor noticia no podría haber, ¿verdad? Sin embargo, por malos que sean los efectos de la caída, no son rival para las buenas nuevas. Como dice Pablo en el libro de Romanos, el don de Jesús es mayor que la transgresión de Adán. La muerte vino a través de Adán, pero la vida eterna viene a través de la fe en Jesucristo. Romanos 5: 15–21 declara: "Pero la transgresión de Adán no puede compararse con la gracia de Dios. Pues, si por la transgresión de un solo hombre murieron todos, ¡cuánto más el don que vino por la gracia de un solo hombre, Jesucristo, abundó para todos! Tampoco se puede comparar la dádiva de Dios con las consecuencias del pecado de Adán. El juicio que lleva a la condenación fue resultado de un solo pecado, pero la dádiva que lleva a la justificación tiene que ver con una multitud de transgresiones. Pues, si por la transgresión de un solo hombre reinó la muerte, con mayor razón los que reciben en abundancia la gracia y el don de la justicia reinarán en vida por medio de un solo hombre, Jesucristo. Por tanto, así como una sola transgresión causó la condenación de todos, también un solo acto de justicia produjo la justificación que da vida a todos. Porque así como por la desobediencia de uno solo muchos fueron constituidos pecadores, también por la obediencia de uno solo muchos serán constituidos justos. En lo que atañe a la ley, esta intervino para que aumentara la transgresión. Pero, allí donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia, a fin de que, así como reinó el pecado en la muerte, reine también la gracia que nos trae justificación y vida eterna por medio de Jesucristo nuestro Señor." Además, 1 Corintios 15: 21–26 declara: "De hecho, ya que la muerte vino por medio de un hombre, también por medio de un hombre viene la resurrección de los muertos. Pues así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos volverán a vivir, pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; después, cuando él venga, los que le pertenecen. Entonces vendrá el fin, cuando él entregue el reino a Dios el Padre, luego de destruir todo dominio, autoridad y poder. Porque es necesario que Cristo reine hasta poner a todos sus enemigos debajo de sus pies. El último enemigo que será destruido es la muerte".
Cristo ha vencido la maldición del pecado con su triunfo en la cruz (Gálatas 3:13; Efesios 4: 8). Cristo ha vencido el pecado con santidad (Hebreos 4:15), muerte con vida (Juan 10:10; 14: 6), trabajo penoso con descanso eterno (Mateo 11:28), relaciones rotas con Dios con reconciliación (2 Corintios 5: 18), una creación gimiente con una tierra nueva (Apocalipsis 21: 1), culpa con perdón (Romanos 8: 1), temor con confianza (Hebreos 4:16), ansiedad con paz (Filipenses 4: 7) y desesperación con alegría (Juan 15:11). Las obras de la carne, que son el resultado de la caída, son vencidas por el fruto del Espíritu (Gálatas 5: 22–23). En lugar de estar atados a la caída, podemos confiar en Cristo a través de la fe en la realidad de la resurrección y tener la esperanza de que algún día seremos resucitados a la vida con Él (Romanos 6: 3–11).
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