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¿Cómo puedo tener gozo cuando estoy pasando por pruebas?
A veces los cristianos creen que una vez que han sido aceptados en el Reino de Dios, sus vidas estarán libres de problemas. Cuando esto no resulta ser cierto, comienzan a preguntarse por qué, y se hacen preguntas como "¿Es algo que he hecho? ¿Realmente soy cristiano? ¿Por qué me pasan todas estas cosas malas si Dios me ama? ¿Estará realmente Él ahí?". La Biblia es clara al decir que las pruebas forman parte de la vida. A veces son el resultado de los efectos generales del pecado en el mundo. En ocasiones, nosotros mismos provocamos las dificultades por nuestro propio pecado. Algunas veces Dios nos da las pruebas para que nuestra fe crezca. Independientemente del motivo, podemos soportar las pruebas con gozo, sabiendo que Dios las usará para probar nuestra fe y hacernos fuertes (Santiago 1:2-4; 1 Pedro 1:3-9). La persona que enfrenta las pruebas está siendo tratada como un hijo de Dios, y Dios es un Padre amoroso y atento: trae la disciplina a nuestras vidas para enseñarnos y para que seamos rectos (Hebreos 12:7-11).
Santiago dice que debemos considerar "por sumo gozo" cuando enfrentamos las pruebas (Santiago 1:2). Continúa explicando: "sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna" (Santiago 1:3-4). Del mismo modo, Pedro escribe: "En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo" (1 Pedro 1:6-7). Para los creyentes en Cristo, nuestro deseo es ser conformados a Su imagen. En vez de ver las pruebas como un sufrimiento sin sentido, podemos verlas como oportunidades para crecer en la fe. Cuando Pablo tenía un aguijón en su carne, oró para que Dios se lo quitara. Dios le respondió: "Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad" (2 Corintios 12:9). La respuesta de Pablo: "Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo" (2 Corintios 12:9). Es habitual que durante los momentos de prueba nos acerquemos más a Dios y experimentemos Su amor y Su poder con mayor intensidad. Esto es motivo de gran gozo.
¿Significa esto que no debemos orar para que nuestras pruebas terminen? No. El objetivo de la vida cristiana no es soportar todo el sufrimiento que podamos. Más bien, se trata de conocer a Dios y conformarse a la imagen de Cristo (2 Timoteo 2:12-13; Romanos 8:29-30). A veces el sufrimiento forma parte de ello (2 Timoteo 3:12; 1 Pedro 4:12-14). Asimismo, el sufrimiento es simplemente una realidad de la vida en un mundo estropeado por el pecado. Es conveniente orar para que nuestras pruebas terminen. A lo largo de la Biblia vemos ejemplos de personas que oran para que terminen las pruebas, por ejemplo, Job, David y Pablo. Incluso Jesús oró para que, de ser posible, no tuviera que soportar la cruz. Sin embargo, sometió su voluntad al Padre y soportó ese sufrimiento para traernos la salvación (Lucas 22:39-46). El escritor de Hebreos nos dice que Jesús soportó "el gozo puesto delante de él" (Hebreos 12:1-2). Podemos orar para que las pruebas terminen y al mismo tiempo tener gozo en medio de las dificultades, sometiendo nuestra voluntad a Dios y pidiéndole que use cualquier circunstancia de la vida para nuestro bien y Su gloria.
¿Tener gozo en las pruebas significa que debemos ser todo sonrisas y menospreciar las dificultades, incluso cuando estamos sufriendo? No. Una persona puede experimentar gozo y sufrimiento simultáneamente. Tener gozo no significa que ignoremos las cosas dolorosas de la vida. Por el contrario, significa que las miramos con una perspectiva de Dios, confiando en que Él está con nosotros en ellas y que puede utilizarlas para Su gloria y para nuestro propio bien (Romanos 8:28-39). Podemos llorar (Romanos 12:15) y también estar "gozosos en la esperanza; sufridos en la tribulación; constantes en la oración" (Romanos 12:12). Nuestro gozo tiene su fundamento en la esperanza en Cristo, no en las circunstancias agradables de la vida. Nuestro gozo en las pruebas es una actitud de un corazón que confía en Jesucristo. En última instancia, el gozo es un fruto del Espíritu (Gálatas 5:22-23). El Espíritu Santo habita en los creyentes, y Su gozo está siempre allí, tal como ha prometido estar siempre con nosotros (Hebreos 13:5-6).
Podemos tener gozo en las pruebas porque estamos seguros del carácter y las promesas de Dios. Este mundo no es nuestro hogar definitivo (Filipenses 3:20-21). No nos afligimos por la pérdida como los que no tienen esperanza (1 Tesalonicenses 4:13). Más bien, confiamos en que nuestro Salvador regresará. Las pruebas no desbaratan el propósito de nuestra vida ya que la satisfacción del mundo no es el objetivo de nuestras vidas. El gozo eterno está a la vuelta de la esquina para el que soporta las pruebas y la inutilidad de este mundo (Mateo 24:13; 2 Timoteo 4:8). Somos como cautivos que viajan por un túnel de escape subterráneo hacia un lugar seguro. Mientras nos aferramos a Cristo, Él literalmente nos arrastra a través de este lugar oscuro hasta que emergemos en nuestro Hogar final y eterno. Y cuando lleguemos allí, tendremos lo que nos ha prometido: "En tu presencia hay plenitud de gozo; delicias a tu diestra para siempre" (Salmo 16:11). El dolor y las pruebas forman parte de este mundo, pero el gozo del Espíritu es saber que Dios redime el sufrimiento de este mundo para propósitos buenos y que el otro mundo será un lugar de infinita felicidad, donde se enjugará toda lágrima (Apocalipsis 21:4).
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