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¿Qué debo hacer si estoy dudando de Jesús?
El cristianismo es una religión de fe. La vida cristiana es un camino continuo de fe. Sin embargo, las dudas son comunes entre los cristianos. En ocasiones dudamos de la veracidad de lo que sabemos de Jesús. En sí misma, la duda no es algo malo. Por el contrario, la duda nos avisa de que algo va mal y nos hace cuestionar y profundizar. Cuando dudamos de Jesús, hay que hacer algunas cosas.
En primer lugar, debemos orar. Puede sonar contradictorio orar a aquel de quien dudas, no obstante, la duda puede provenir de un ataque espiritual, del pecado y del dolor. Jesús es el único capaz de responder en cualquiera de esos casos. Él también puede darnos sabiduría (Santiago 1:5).
Lo segundo que debes hacer es indagar tus dudas. ¿Tienes alguna duda sobre una creencia particular sobre Jesús? Analízala. ¿Es tu creencia en realidad verdadera? ¿Tiene una base bíblica? A veces tenemos dudas porque estamos creyendo algo equivocado. En otras ocasiones tenemos dudas porque estamos creyendo cosas que nos han dicho y no tenemos ningún fundamento para respaldar esa creencia. En cualquier caso, indagar las dudas nos ayudará a aclarar nuestras creencias y a fortalecer nuestra fe.
Examinar nuestras dudas también nos ayudará a encontrar su origen. A veces las dudas no son realmente intelectuales. Por el contrario, pueden ser provocadas por un malestar emocional. En esas situaciones, podemos recordar la verdad de la Palabra de Dios y permitirle que ministre en nuestro dolor. Otra causa de la duda es el ataque espiritual, y en este caso debemos ser conscientes de la armadura espiritual que tenemos (Efesios 6:10-18) y combatir nuestras dudas con la verdad de la Palabra de Dios, la oración y la sujeción a Dios (Santiago 4:7).
Al examinar nuestras dudas, recuerda el consejo de Romanos 12:2 "No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta". Es muy importante orar a medida que exploramos nuestras dudas porque la sabiduría de Dios es diferente a la de este mundo (Isaías 55:8-9; Santiago 3:13-18). Nuestras mentes necesitan ser renovadas, y eso es una obra del Espíritu Santo en nosotros.
Una tercera cosa que hay que hacer es hablar con cristianos maduros. Lo más probable es que ellos también hayan luchado con dudas. Quizá sea una duda diferente a la que estás experimentando actualmente, sin embargo, aquellos que nos han precedido pueden darnos un sabio consejo. Otros cristianos también orarán por nosotros.
Hebreos 11:1 nos dice que debemos combatir la duda con la fe. "La fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve". La fe es el componente de nuestra relación con Dios con el que se disipa la duda.
La fe que Dios requiere es una fe fundamentada. Es sabio explorar nuestras creencias y asegurarnos de que están bien sustentadas. Pero, en última instancia, la confianza es un factor determinante. Nunca podremos probar, con una certeza del cien por cien, que Jesús existe y que es quien dice ser. Sin embargo, cuando pongamos nuestra confianza en Él, comenzaremos a experimentar la realidad de Su existencia y la veracidad de las cosas que dijo. Mientras continuamos confiando en Él, nuestra fe crecerá. A medida que continuamente nos demuestre que Él es el verdadero, creceremos siempre en la fe y nuestras dudas disminuirán.
Así que, si dudas de Jesús, apóyate en él. Búscalo de verdad. Sigue Su verdad. Pídele ayuda. No se necesita mucho para empezar, como nos dijo Jesús en Mateo 17:20: "... si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará; y nada os será imposible". Ejerce la fe del tamaño de un grano de mostaza que tienes y permite que Él la haga crecer.
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