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¿Cómo puede un cristiano mantener la confianza en Dios cuando enfrenta el desempleo, la hipoteca de su casa o la quiebra?
Perder un trabajo, una casa o los ahorros puede ser devastador. Dependemos de nuestros ingresos para cuidar a nuestras familias y satisfacer nuestras necesidades más básicas. Independientemente de si la pérdida fue nuestra culpa o la culpa de otra persona, el desempleo, la hipoteca de nuestra casa y la bancarrota pueden hacer que los cristianos duden de las promesas de Dios. Si bien estas situaciones en sí mismas no son pecado, pueden llevarnos al pecado. Con demasiada frecuencia, respondemos con enojo culpando a los demás, desesperanza al rendirnos u orgullo tratando de resolver las cosas por nuestra cuenta. Sin embargo, la respuesta apropiada es confiar en Dios.
El primer paso hacia la confianza es acercarse a Dios. "Así que acerquémonos confiadamente al trono de la gracia para recibir misericordia y hallar la gracia que nos ayude en el momento que más la necesitemos." (Hebreos 4:16). Si hemos puesto nuestra fe en Jesús, nos hemos convertido en hijos de Dios (Juan 1:12) y tenemos el privilegio de venir a Dios con todo. En medio de las dificultades, el diablo nos ataca con miedo, duda y orgullo. No debemos entretener estos sentimientos, sino recordar las promesas de Dios. En Su Palabra, Dios dice que Él nos cuidará y Él tiene un plan para nosotros (Mateo 6: 25–34; Romanos 8:28). Algunas veces, volvernos a Dios requiere que nos arrepintamos del pecado no confesado en nuestras vidas. El pecado nos mantiene alejados de Dios, pero cuando confesamos podemos confiar en que Él nos perdona y nos limpia (1 Juan 1: 9).
Otro paso clave hacia la confianza es tomar acción. Algunas personas permanecen desempleadas o sin hogar porque son perezosas y no hacen ningún esfuerzo por cambiar sus circunstancias. Otros son orgullosos y no están dispuestos a humillarse y tomar un trabajo de menor estatus que el anterior. Aunque no podemos ganar nuestro camino a la vida eterna, Dios nos creó para trabajar (Génesis 2:15; Proverbios 12:24; Efesios 2:10). Él proporcionó a cada individuo las habilidades necesarias tanto para proveer a nuestras familias como para hacer una diferencia para Su reino. Sin embargo, es importante recordar que Dios no quiere que hagamos esto por nuestra cuenta. Necesitamos confiar en Él para que nos ayude en este proceso. Esto puede incluir aceptar ayuda de otras personas, ya sea dinero, un trabajo a tiempo parcial o un lugar para quedarse. No debemos aprovecharnos de los demás, sino usar su ayuda para volver a levantarnos y estar dispuestos a ofrecer la misma ayuda a otros en el futuro.
Un paso final hacia la confianza es dar gracias a Dios. Cuando creemos en Sus promesas y tomamos medidas basadas en esa creencia, comenzaremos a ver el panorama general. Dios nos bendice a través de nuestras dificultades. Él usa nuestras pruebas para fortalecer nuestra fe en él. Nos enseñan a centrarnos en nuestras familias en lugar de nuestra riqueza material. También sirven para recordarnos que esta vida y este mundo son solo temporales. Nuestro verdadero tesoro está en el cielo (Mateo 6: 19-21). Job, que sufrió mucho más que la mayoría, dijo: " ‘Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo he de partir. El Señor ha dado; el Señor ha quitado. ¡Bendito sea el nombre del Señor!’ " (Job 1:21). No importa nuestras circunstancias, siempre debemos alabar a Dios porque Él es digno y regocijarse en Dios porque Él es suficiente.
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