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¿Recibió Jesús treinta y nueve (39) latigazos de los romanos?
Antes de Su crucifixión, Jesús fue golpeado y azotado por los romanos (Mateo 27:24-31; Juan 19:1). Sin embargo, no podemos decir con certeza cuántos latigazos recibió porque la Biblia no lo indica explícitamente. De hecho, la idea de dar a alguien no más de treinta y nueve latigazos es de origen judío, no romano.
Si nos remontamos al Antiguo Testamento, Deuteronomio 25:3 enseña a los israelitas que un delincuente debe recibir un máximo de cuarenta latigazos como castigo, "no más; no sea que, si lo hirieren con muchos azotes más que estos, se sienta tu hermano envilecido delante de tus ojos". Esto hizo que los judíos adaptaran el método de dar a un criminal no más de treinta y nueve latigazos, para no arriesgarse a romper este mandamiento. Sabemos que, en los días del Nuevo Testamento, dar treinta y nueve latigazos era todavía una práctica común entre los judíos, porque el apóstol Pablo cuenta que los judíos le dieron treinta y nueve latigazos varias veces. Escribe: "De los judíos cinco veces he recibido cuarenta azotes menos uno" (2 Corintios 11:24).
Sin embargo, Jesús fue crucificado por los romanos, así que no hay razón para creer que seguirían una tradición de disciplina judía sólo porque Jesús era judío. Los líderes judíos y Pilato sabían que Jesús era un hombre inocente; sin embargo, acordaron condenarlo a muerte. Poncio Pilato ordenó que Jesús fuera azotado, pero no especificó un número determinado de latigazos. Lo que sí sabemos es que Jesús no iba a morir por los azotes que recibió ya que Su muerte definitiva iba a ser por crucifixión. Así, la flagelación fue un preludio de la crucifixión. El objetivo no era matar a Jesús, sino torturarlo.
Jesús vino a la tierra con un propósito: proporcionar la salvación a todo el mundo. Mediante el sufrimiento y la crucifixión de Jesús, "el Señor cargó en él el pecado de todos nosotros" (Isaías 53:6; ver también Juan 14:6; Tito 2:11). En Primera Juan 2:2 se dice que Jesús "es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo". Jesús dio Su vida voluntariamente para que pudiéramos salvarnos (Juan 10:11, 15, 17-18). Damos gracias a Dios por Su gracia y misericordia, y por el sacrificio de Jesús que ofreció nuestra redención: "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna" (Juan 3:16).
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