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La pobreza es un tema que abarca una gran parte en la Biblia. Por un lado, Dios habla de que Su función es llevar justicia y consuelo a los pobres (Salmo 9:17-18; 12:5). El Salmo 140:12 dice: "Yo sé que el Señor tomará a su cargo la causa del afligido, y el derecho de los necesitados". Un día Dios acabará con la pobreza de una vez y para siempre. Pero mientras tanto, Dios nos manda que defendamos y cuidemos a los pobres. "Abre tu boca por el mudo en el juicio de todos los desvalidos. Abre tu boca, juzga con justicia, y defiende la causa del pobre y del menesteroso" (Proverbios 31:8-9).
Miles de millones de personas viven en la pobreza en todo el mundo. Cientos de millones padecen hambre y no tienen acceso al agua potable. Como cristianos, Dios nos ha ordenado amar a nuestro prójimo y cuidar de los pobres. La imperante necesidad es evidente, pero ¿cómo abordamos un problema tan gigantesco?
Lo primero que debemos hacer es confiar en Dios. Aunque la situación parezca irremediable, Dios tiene el control. Él conoce nuestras necesidades más básicas y las suple (Mateo 6:25-34). Dios lucha contra el mal y algún día pondrá fin al sufrimiento en la tierra.
En segundo lugar, debemos sentir compasión por los demás. Hay que reconocer que la pobreza existe en nuestro mundo, así como también debemos prestar atención a los pobres. Tenemos que abandonar nuestros deseos egoístas y dejar que nuestros corazones sean conmovidos para que anhelemos servir a los demás.
Con nuestra confianza en Dios y nuestros corazones llenos de compasión, estaremos entonces preparados para entrar en acción. La oración siempre es un buen punto de partida. Tenemos que orar para que Dios intervenga a favor de los pobres, por la labor de los que luchan contra la pobreza y para que nos muestre cómo podemos ayudar. Debemos defender a los pobres cuando son maltratados u olvidados. También debemos servir a los pobres brindándoles nuestro tiempo o nuestros recursos.
En tu propia comunidad puedes ayudar en un albergue para personas sin hogar o proporcionar ropa y alimentos a los menos favorecidos. Puedes organizar sistemas de apoyo a las personas más necesitadas en tu iglesia. También puedes donar dinero o colaborar como voluntario en las muchas organizaciones que luchan contra la pobreza en todo el mundo. Algunas organizaciones conocidas son Compassion International, dedicada a compartir el evangelio además de satisfacer las necesidades físicas de los niños pobres; Mercy Ships, que ofrece operaciones quirúrgicas y atención médica a los pobres; y CURE, que dirige hospitales con fines benéficos que atienden a niños de todo el mundo.