No es falta de amor decirle a alguien que está pecando; ignorar el pecado es más dañino porque lleva a la destrucción. En el Antiguo Testamento, los profetas se enfrentaban al pecado con el objetivo de llamar a la gente al arrepentimiento, y el Nuevo Testamento también muestra a personas que denuncian el pecado con el objetivo de restaurar a los creyentes y dirigir a los incrédulos hacia Cristo.
Enfrentar el pecado debe hacerse con amabilidad, respeto y amor, centrándose en ayudar a los demás a experimentar la vida en Cristo. La cultura moderna confunde el amor con la tolerancia, pero el verdadero amor busca prevenir el daño y guiar a otros hacia la verdad de Dios. Estamos llamados a animarnos unos a otros hacia una vida recta y hacia la restauración.
La cultura moderna te dice que no estar de acuerdo con los demás es juzgarlos o condenarlos de forma inapropiada. Se te enseña a ser “tolerante”, lo que significa que debes aceptar y afirmar lo que hace la gente. Se te dice que las personas tienen “verdades” diferentes, y que lo que es correcto para unos puede no serlo para otros. Ese punto de vista dice que si no estás de acuerdo o piensas que otros están pecando, entonces no los amas; y expresar tu opinión sería faltar al amor.
Pero, ¿es eso realmente amor? Si sabes que una persona está a punto de caer por el borde de un precipicio, pero parece feliz de estar haciéndolo, ¿es amoroso permitirle que continúe? Enfrentarse al pecado de otra persona es difícil y, desgraciadamente, a menudo se hace sin amor. Pero ignorar el pecado no es amoroso.
Al mismo tiempo, aunque es amoroso decirle a alguien que está pecando, hay maneras amorosas y no amorosas de hacerlo. La Biblia te dice que tus palabras deben estar sazonadas con sal y que deben impartir gracia (Colosenses 4:6). Debes hablar “la verdad en amor” (Efesios 4:15) y defender tu fe “con mansedumbre y reverencia” (1 Pedro 3:15). No eres la policía del pecado. Tu trabajo no consiste en condenar a los demás por lo que hacen. Tu trabajo es cuidarnos los unos a los otros lo suficiente como para señalar los puntos ciegos y caminar juntos en el proceso de restauración. También debes considerar:
“y consideremos cómo estimularnos unos a otros al amor y a las buenas obras, no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos unos a otros, y mucho más al ver que el día se acerca” (Hebreos 10:24-25).
En el amor, no nos limitamos a señalar el pecado, sino que nos animamos unos a otros a vivir rectamente. No es falta de amor decir a otros que están pecando. De hecho, ayudar a otros a restaurar una relación correcta con Dios es una de las cosas más amorosas que puedes hacer.