¿De qué manera es la paciencia parte del fruto del Espíritu Santo?
La palabra griega para "paciencia" usada en Gálatas 5:22 es makrothumia, que significa "templanza" o "longanimidad". La palabra griega es un compuesto de dos palabras que significan "largo" y "temperamento". La paciencia es un aspecto del fruto del Espíritu. Como la frase "fruto del Espíritu" implica, solo podemos tener paciencia cuando el Espíritu Santo obra a través de nosotros. Job se presenta a menudo como la personificación de la paciencia, y con razón. Soportó la pérdida de sus posesiones, sus hijos, su salud y el apoyo de su esposa, pero lo tomó con paciencia. Cuando la esposa de Job le dijo “‘¡Maldice a Dios y muérete!’ Job le respondió: ‘Mujer, hablas como una necia. Si de Dios sabemos recibir lo bueno, ¿no sabremos recibir también lo malo?’” (Job 2: 9-10). Job sabía que Dios tenía el control sobre su situación y su sufrimiento. Tuvo la paciencia de esperar el desarrollo del plan de Dios, y llegó a decir: "Aunque El me mate, en Él esperaré" (Job 13:15-LBLA).
Jeremías es otro gran ejemplo de paciencia. Él profetizó a la nación de Judá durante cuarenta años, y nadie escuchó. En lugar de rendirse, lloró por las personas insensatas que se negaron a abandonar su pecado. Dios le prohibió a Jeremías casarse (Jeremías 16: 2), los amigos de Jeremías lo abandonaron, y su mensaje irritó tanto a la gente que lo arrojaron a una cisterna (Jeremías 38: 1-13).
Luego está Moisés. Tenía el trabajo de reunir varios millones de esclavos, enseñarles una nueva religión y formarlos en una gran nación. A cada paso, los israelitas hicieron todo lo posible por frustrar a Moisés, quejándose de la comida, amenazando con regresar a Egipto y desafiando la autoridad de Moisés. Llegó al punto en que Dios le ofreció un trato a Moisés: destruiría a los israelitas rebeldes y haría de Moisés el padre de una gran nación. Pero Moisés intercedió por los rebeldes. Él respondió: "Moisés intentó apaciguar al Señor su Dios, y le suplicó: —Señor, ¿por qué ha de encenderse tu ira contra este pueblo tuyo, que sacaste de Egipto con gran poder y con mano poderosa? ¿Por qué dar pie a que los egipcios digan que nos sacaste de su país con la intención de matarnos en las montañas y borrarnos de la faz de la tierra? ¡Calma ya tu enojo! ¡Aplácate y no traigas sobre tu pueblo esa desgracia!"(Éxodo 32: 11-12). ¡Un gran ejemplo de paciencia! Moisés la tenía. Moisés tuvo sus lapsos, por supuesto (Éxodo 32:19; Números 20: 8-11), pero durante cuarenta años dirigió a un pueblo obstinado y los entregó a salvo en la frontera de la Tierra Prometida. Y lo hizo todo sin recompensa terrenal.
El mayor ejemplo de paciencia, sin embargo, es Dios mismo.
La paciencia de Dios nos lleva al arrepentimiento: “¿No ves que desprecias las riquezas de la bondad de Dios, de su tolerancia y de su paciencia, al no reconocer que su bondad quiere llevarte al arrepentimiento?" (Romanos 2: 4).
La paciencia de Dios nos salva del juicio: “¿Y qué si Dios, queriendo mostrar su ira y dar a conocer su poder, soportó con mucha paciencia a los que eran objeto de su castigo y estaban destinados a la destrucción?" (Romanos 9:22).
La paciencia de Dios cambia la vida por completo: "Este mensaje es digno de crédito y merece ser aceptado por todos: que Cristo Jesús vino al mundo a salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero. Pero precisamente por eso Dios fue misericordioso conmigo, a fin de que en mí, el peor de los pecadores, pudiera Cristo Jesús mostrar su infinita bondad. Así llego a servir de ejemplo para los que, creyendo en él, recibirán la vida eterna."(1 Timoteo 1: 15-16).
La paciencia de Dios nos da la salvación: "Tengan presente que la paciencia de nuestro Señor significa salvación, tal como les escribió también nuestro querido hermano Pablo, con la sabiduría que Dios le dio." (2 Pedro 3:15).
Sin la paciencia de Dios, ninguno de nosotros viviría lo suficiente como para llegar a una relación de salvación con Jesús. Su paciencia tiene un propósito; es retrasar el juicio para que podamos buscarlo y escapar del juicio. Los profetas reflejaron esta paciencia, y nosotros también deberíamos hacerlo. El juicio viene, pero incluso ahora " El Señor […] tiene paciencia con ustedes, porque no quiere que nadie perezca, sino que todos se arrepientan." (2 Pedro 3: 9). A través del poder del Espíritu, podemos mostrar la misma paciencia a los demás.
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