¿Debemos orar por los que no son salvos?

Los cristianos somos llamados a estar en oración constantemente (1 Tesalonicenses 5:17) y a orar específicamente por otros cristianos, por nuestros líderes e incluso por nuestros enemigos. De hecho, 1 Timoteo 2:1 dice: "Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres". Esto incluiría a los que no son salvos.

Jesús vino a salvar a los perdidos (Lucas 19:10) y se nos ordena hacer discípulos (Mateo 28:19-20). Lo que Dios desea es que todos se salven (2 Pedro 3:9; 1 Timoteo 2:4). Él nos manda que oremos para que haya obreros que vayan a la mies, para que prediquen el Evangelio y muchos se salven (Lucas 10:2). Evidentemente, Dios tiene un corazón para los que no son salvos. Orar para que la gente conozca a Jesús es orar de acuerdo con el deseo que Dios tiene para ellos.

Entendemos el destino eterno de los que mueren sin Jesús, y por eso es correcto que oremos por ellos para que respondan al llamado de Dios y se salven.

Una de las cosas más bondadosas que puedes hacer por alguien es orar por él, interceder por él ante el trono de Dios. Cuando esa persona no es salva, es bueno y correcto pedirle a Dios que la lleve al arrepentimiento y a la salvación.

Pablo viajó, predicó y sufrió naufragios, encarcelamientos y golpes por aquellos que no conocían la verdad acerca de Jesús, no sólo para obtener ese conocimiento, sino para obtener la salvación (Romanos 9:2-3). Su historia se relata en el libro de los Hechos. Podemos orar por misioneros de toda clase, así como compartir el evangelio en cualquier situación de la vida que Dios nos haya encomendado. No sólo oramos por los que comparten el mensaje del Evangelio, sino también por los que lo escuchan.

El gran predicador Charles Spurgeon dijo una vez: "Si los pecadores se condenan, al menos que salten al infierno sobre nuestros cadáveres. Y si perecen, que perezcan con nuestros brazos alrededor de sus rodillas, implorándoles que se queden. Si hay que llenar el infierno, que se llene con nuestros esfuerzos, y que nadie se quede sin haber sido advertido y sin haber orado por él".

La Biblia nos dice con ejemplos e instrucciones que oremos por los que no son salvos.