¿Qué es la oración contemplativa?

La oración contemplativa tiene dos puntos de referencia que hay que entender: las tradiciones en el cristianismo histórico y las enseñanzas modernas de la Nueva Era. Desafortunadamente, ambas utilizan el término oración contemplativa, lo cual puede hacer que el tema sea confuso y posiblemente peligroso si no se entiende correctamente.

Cualquier clase de "oración contemplativa" o meditación que se base en vaciar la mente con el propósito de un encuentro místico con un ser superior tiene sus raíces en el misticismo oriental. Este es el tipo de "oración contemplativa" que utilizan hoy en día los practicantes de la Nueva Era que no creen en el Único Dios y Creador verdadero revelado en las Escrituras. Entre los términos relacionados se incluyen orar a "lo Divino" o "encontrarse con un Poder Superior". Con esa descripción, ningún cristiano diría que practica la oración contemplativa. Cualquier práctica que no tenga su fundamento en la verdad de la Biblia y cuyo objetivo principal sea la gloria del Dios trino es peligrosa. La oración no debe dirigirse a nadie más que al Dios revelado de la Biblia. Cualquier oración fuera de eso hay que evitarla.

El otro peligro de la "oración contemplativa" de la Nueva Era radica en entrar en un estado de meditación vaciando la mente o repitiendo de memoria una palabra. Esto no aparece modelado en ninguna parte de la Biblia y mucho menos por Jesús. Toda oración que se describe en las Escrituras es práctica (1 Corintios 14:15; Filipenses 4:4-7), y los cristianos están llamados repetidamente a estar alerta y a permanecer firmes en su fe (1 Pedro 5:8; 1 Juan 4:1; 2 Timoteo 3; Efesios 6:19-18). Las Escrituras nos advierten que debemos cuidar nuestras mentes y prestar atención a lo que ponemos en ellas (Efesios 6:17-18; Romanos 12:1-2; 2 Corintios 10:5; Filipenses 4:8). Además, alcanzar una especie de experiencia mística mediante la manipulación de nuestra conciencia o de Dios tampoco es bíblico.

Donde la "oración contemplativa" puede ser saludable y entendida desde un punto de vista bíblico es en su uso histórico por los creyentes a través de los siglos y en una definición desmitificada que los cristianos pueden elegir aceptar con cautela y guía del Espíritu Santo.

"La oración contemplativa" en este sentido cristiano se remonta al siglo I y a los Padres del Desierto, un movimiento monástico que buscaba la soledad, la austeridad y el sacrificio como forma de vida para estar más cerca de Dios y seguir los pasos de Jesús. Gran parte del cristianismo primitivo estuvo influido por las tradiciones que surgieron de ese movimiento, incluida la oración y la meditación con Dios de forma pausada y concentrada. Esta es la práctica que los cristianos de hoy pueden aprender y emplear.

Las Escrituras nos llaman a estar quietos y conocer a Dios (Salmo 46:10), así como a entrar en nuestro armario y orar (Mateo 6:6-8). Jesús también nos enseñó a apartarnos del bullicio y de las multitudes para orar (Marcos 1:35). Hay un momento en que no se necesitan nuestras palabras, sino escuchar atentamente al Espíritu Santo y estar en sintonía con la Palabra de Dios revelada (Romanos 8:26-30; 1 Corintios 2:11-16; 2 Timoteo 3:16-17). De este modo, podemos practicar una forma de "oración contemplativa" en torno a Dios y a Su Palabra, siendo cuidadosos con el terreno de nuestra mente.

Si no podemos encontrar un ejemplo en las Escrituras, debemos ser cautelosos con cualquier práctica espiritual. Proverbios 4:23 nos advierte: "Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida". El punto en el que el misticismo y las prácticas espirituales orientales influyen incorrectamente en los cristianos es cuando a la obra de la cruz se le añade cualquier cosa para estar más cerca de Dios. Su Palabra nos promete que tenemos todo lo que necesitamos para una vida de santidad (Efesios 1:3-14; 2 Pedro 1:3-8) y que en el Evangelio ya se nos ha dado a conocer el misterio de Su voluntad. Es en estas verdades donde debemos anclarnos.