¿Qué significa que la Palabra de Dios no volverá vacía?

Isaías 55:10-11 dice: "Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié". Como indica Isaías 55:11, cuando decimos que la Palabra de Dios no volverá vacía, significa que al final logrará lo que Él se proponga (Isaías 40:8; Mateo 24:35).

Dios utiliza la metáfora de la lluvia y la nieve para explicar lo que quiere decir. Así como la lluvia riega la tierra y permite que la vida crezca, la Palabra de Dios riega Sus planes y propósitos, haciéndolos realidad. La Palabra de Dios nos capacita y nos da vida: "las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida" (Juan 6:63). Se nos insta a permanecer en Él y en Sus palabras para darle gloria y dar fruto espiritual: "Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho. En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos" (Juan 15:7-8). Mientras permanecemos en Cristo, la Palabra de Dios es la lluvia que riega el suelo de nuestros corazones, permitiendo que Su Palabra se cumpla en nosotros y a través de nosotros.

Dios siempre habla con una intención. Habló a la tierra para que existiera (Génesis 1) y sopló Sus palabras en los escritores de la Biblia (2 Timoteo 3:16-17). La Palabra de Dios nos anima y fortalece, nos convence y corrige, nos santifica y nos enseña a vivir piadosamente (Salmo 119:105; Juan 17:17). Es poderosa para revelar la verdad y obligarnos a vivir rectamente: "Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón" (Hebreos 4:12).

El hecho de que la Palabra de Dios no vuelva a Él vacía habla de la soberanía de Dios. Su Palabra cumplirá lo que Él se propuso. Es importante que recordemos que la Palabra de Dios no siempre hace lo que esperamos. Por ejemplo, podemos compartir el evangelio con alguien que no responde poniendo su fe en Cristo. Eso no significa que la Palabra de Dios regrese vacía. Tal vez el propósito de Dios era plantar una semilla, pero el riego y el crecimiento vendrán después (1 Corintios 3:5-9). Otras veces vemos el efecto de la Palabra de Dios en personas o formas que no esperábamos. Así como un meteorólogo no siempre puede predecir con exactitud la precipitación, tampoco nosotros podemos predecir con exactitud los propósitos de las palabras de Dios. Los caminos del Señor son misteriosos y nos corresponde a nosotros confiar en Él en el misterio (1 Corintios 2:11; Efesios 1:9; Juan 3:8).

Dios habla y el mundo responde (Génesis 1:3; Marcos 4:39). Su Palabra nunca fallará. Como creyentes, nuestro objetivo es guardar "el misterio de la fe con limpia conciencia" (1 Timoteo 3:9), creyendo que: "Toda palabra de Dios es limpia; él es escudo a los que en él esperan" (Proverbios 30:5).



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