¿Por qué es peligroso no leer la Biblia?
La Biblia es la Palabra de Dios para nosotros, y contiene instrucciones y sabiduría para nuestras vidas como seres humanos y como creyentes en Jesucristo el Señor. Si Dios no deseara que leyéramos Su Palabra, ¿por qué la habría escrito y preservado durante varios miles de años? El no leer la Biblia puede no ser inherentemente un pecado, especialmente para aquellos que no son cristianos; sin embargo, en la vida del creyente, puede ser una señal de una actitud pecaminosa del corazón, así como la pereza o la apatía en nuestro caminar con Dios. Santiago 4:17 dice: "y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado". Para los creyentes que tienen fácil acceso a la Biblia, no leerla es un pecado de omisión. Y no sólo eso, sino que, como ocurre con cualquier pecado, es perjudicial para nosotros. No podemos descuidar la Palabra de Dios y pretender conocerlo bien y disfrutar plenamente del fruto de la salvación en Jesucristo. La Biblia es un libro sobre Dios. Nos dice quién es Él y quiénes somos nosotros. En segunda Timoteo 3:16-17 dice: "Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra". Pasar tiempo en la Palabra de Dios es fundamental para nuestro crecimiento espiritual.
Al ser inspirada por Dios, la Biblia es nuestra norma de la verdad. Segunda de Timoteo 2:15 habla de la importancia de entender correctamente y emplear la verdad de la Palabra de Dios: "Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad". Efesios 6:17 define la Palabra de Dios como la "espada del Espíritu". No podemos descuidar esta pieza vital de la armadura a medida que avanzamos en nuestra vida diaria.
Hebreos 4:12 declara: "Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón". La Palabra de Dios tiene una forma de poner al descubierto nuestros corazones. Nos ayuda a quitar la nube de pecado y confusión para que podamos ver con claridad. Hebreos 4:13 nos dice: "Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta". No leer la Biblia nos hace más propensos a ser engañados por las mentiras de Satanás, las mentiras de este mundo y el engaño de nuestros propios corazones (Juan 8:44; Santiago 1:14-15; 22-25; Jeremías 17:9-10).
Leer la Palabra de Dios despierta nuestra hambre de Dios. Son muchos los que dicen que la Biblia es la carta de amor que Dios nos dirige. ¿Por qué no querríamos leerla? Y cuando la leemos, crecemos en nuestro entendimiento de Él y de Su carácter. Nuestro amor por Él crece y nuestra fe madura.
Otros se han referido a la Biblia como el manual de instrucciones de Dios para nuestras vidas. Nos muestra cómo debemos vivir. La Biblia nos ayuda a entender qué es el pecado y qué es la justicia. Antes de que el pecado actúe, comienza en el corazón, que es el primer lugar donde Dios mira (1 Samuel 16:7; Jeremías 17:10; Romanos 8:27). Si deseamos vivir libres del pecado y aferrarnos a la justicia, es esencial que leamos y estudiemos la Biblia. El Salmo 119:9-11 dice:
"¿Con qué limpiará el joven su camino?
Con guardar tu palabra.
Con todo mi corazón te he buscado;
No me dejes desviarme de tus mandamientos.
En mi corazón he guardado tus dichos,
Para no pecar contra ti".
Este pasaje revela que podemos mantener puro nuestro camino siguiendo las directrices que se establecen en la Palabra de Dios. Si tenemos la Palabra de Dios en nuestro corazón, evitaremos pecar. No sólo nos ayuda a ver lo que no debemos hacer, sino también las cosas que sí deberíamos hacer. Los caminos de Dios nos conducen a la vida (Juan 10:10), mientras que el pecado sólo conduce a la muerte (Romanos 6:23). No leer la Biblia significa no aprovechar el conocimiento del camino de la vida. La Palabra de Dios nos ayuda a santificarnos a medida que caminamos en nuestra fe (Juan 17:17).
El Salmo 119 es el capítulo más largo de la Biblia y es un canto a deleitarse en la Palabra de Dios. El versículo 105 dice: "Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino". La Biblia nos proporciona sabiduría y nos muestra el camino por el que debemos andar. Cuando conocemos la Palabra de Dios, nos ayuda a reconocer la voz de Dios en nuestra propia vida de oración. La voz de Dios en la oración nunca contradice Su Palabra, la Biblia.
El Espíritu Santo nos ayuda a entender la Palabra de Dios (Juan 16:13-14; 1 Corintios 2:14). La Biblia no es algo que leamos y apliquemos por nuestra cuenta. No es un libro de autoayuda ni una guía para la salvación y la vida. Por el contrario, es la Palabra viva de Dios. Nuestra justicia procede únicamente de Cristo, no de nuestras obras ni de nuestro conocimiento (Efesios 2:1-10). Ahora bien, la Biblia es una herramienta primordial que Dios utiliza en la vida de un creyente mientras lo transforma para que se parezca más a Cristo (Filipenses 1:6; 2:12-13; Romanos 8:28-30).
Debemos tener el deseo de leer la Biblia. Incluso en épocas de sequedad espiritual, cuando sentimos que Dios está lejos, cuando hemos plantado Su Palabra en nuestros corazones, Él puede recordarnos versículos de esperanza y aliento en los momentos en que más los necesitamos (Romanos 15:4). Como creyentes, también debemos conocer la Palabra de Dios para interpretar correctamente su significado (2 Timoteo 2:15) y estar siempre preparados para compartir el Evangelio (1 Pedro 3:15). Debemos acostumbrarnos a leer la Palabra de Dios. Cuanto más lo hagamos, más la desearemos, ya que esto inclinará nuestros corazones a desearlo a Él y a deleitarse en Sus palabras para nosotros.
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