El término “cristiano” aparece por primera vez en Hechos 11:26, donde los seguidores de Jesús eran llamados cristianos porque creían en Él como Señor y predicaban Su mensaje. Los primeros cristianos proclamaban que Jesús había sido crucificado, resucitado y declarado por Dios Señor y Cristo (Hechos 2:32, 36). Estas creencias fundamentales definen el cristianismo bíblico.
El mormonismo, sin embargo, enseña un camino diferente a la salvación. Según 2 Nefi 25:23 en el Libro de Mormón, la salvación se logra por gracia “después de todo lo que podemos hacer”, mezclando fe y obras. Esto deja incertidumbre sobre si uno ha “hecho lo suficiente” para obtener la vida eterna. La Biblia ofrece un mensaje radicalmente distinto: la salvación no se basa en las obras, sino que es un don gratuito de Dios mediante la fe en Jesucristo (Efesios 2:8-9).
El mormonismo enseña la fe y las obras como camino hacia la salvación, dejando a sus seguidores en la incertidumbre sobre su destino eterno. Por el contrario, el cristianismo bíblico proporciona la seguridad de la vida eterna a través de la fe únicamente en Jesucristo. Las obras son una consecuencia de la fe genuina, no un medio para ganar la salvación (Efesios 2:10).
Si eres mormón, considera el don gratuito de la gracia ofrecido en Jesucristo. Su vida, muerte y resurrección perfectas proporcionan el perdón total de los pecados y la certeza de la vida eterna para todos los que confían en Él (Juan 14:6; Hechos 4:12).
¿Estás listo para depositar tu fe en Jesucristo como tu Salvador? Romanos 10:9 promete que si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvo. A continuación, encontrarás un ejemplo de oración para expresar tu fe:
“Querido Dios, me doy cuenta de que soy un pecador y que nunca podría alcanzar el cielo por mis propias buenas obras. Ahora mismo, pongo mi fe en Jesucristo como Hijo de Dios, que vivió una vida perfecta, murió en mi lugar y resucitó de entre los muertos para darme la vida eterna. Por favor, perdóname mis pecados y ayúdame a vivir para Ti. Gracias por aceptarme y darme la vida eterna”.
¿Has tomado hoy una decisión por Cristo? Si es así, te animamos a que compartas tu decisión y empieces a crecer en tu fe.