¿Acaso la Biblia dice algo sobre la largura del cabello?

Una disputa en la ciudad de Corinto hizo que el apóstol Pablo escribiera directamente a la iglesia de ese lugar respecto a la cultura, la autoridad y la rebelión.

Era común en Corinto que las mujeres, cristianas o no, mostraran su sumisión a sus maridos usando un velo. Las que no lo hacían eran prostitutas paganas del templo o mujeres rebeldes. Una mujer que asistía a una reunión cristiana, como por ejemplo la iglesia, sino llevaba velo en el mejor de los casos estaría confundiendo, y lo peor, deshonrando a su marido y a los demás. Un hombre con velo no era culturalmente aceptable en Corinto.

Pablo aborda este tema en su primera carta a los Corintios, en 1 Corintios 11:3-15. En esta carta Pablo compara el velo con el cabello naturalmente largo de las mujeres. Escribe que las mujeres que se descubren también pueden afeitarse la cabeza (versículo 6). Por naturaleza, los hombres tienen el cabello más corto y más delgado (y son mucho más propensos a la calvicie), por lo tanto, sería extraño que un hombre llevara velo o tuviera el cabello largo (versículo 14).

Pablo está instando a los corintios a ajustarse a las normas culturalmente aceptables sobre la apariencia masculina y femenina.

Algunos leen su carta y piensan que lo más importante es el largo del cabello. El punto de vista general es que Pablo está diciendo que las mujeres deben parecer mujeres y los hombres como hombres. Dios creó dos géneros. Pablo también puede estar aconsejando a los cristianos que eviten rebelarse contra las normas culturales sólo para mostrar nuestra "libertad cristiana" y la importancia de cómo nos presentamos. Nos dice que las mujeres deben honrar a los líderes masculinos de la Iglesia y que hombres y mujeres no deben mezclarse ni confundir los roles que Dios ordenó para hombres y mujeres.

Hoy en día, en Occidente, muy pocas personas usan velos o cubren sus cabezas para mostrar sumisión o género. Lo que importa es nuestra sumisión a la autoridad de Dios y cómo la demostramos a los que nos rodean por nuestra forma de presentarnos.