¿Qué significa la frase de Romanos 6:23, 'la paga del pecado es la muerte'?
Romanos 6:23 dice: "Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro". ¿Qué significa esto? La respuesta se encuentra en la segunda mitad del versículo 23. A diferencia de la muerte, el don de Dios es la vida eterna en Cristo Jesús. El versículo no está hablando de la muerte física, sino que está contrastando la muerte espiritual con la vida eterna.
La persona que no pone su fe en Jesucristo recibirá la paga del pecado. "La paga" se refiere a un pago. Cuando una persona trabaja, la persona recibe un salario o pago por el trabajo. Por ejemplo, Santiago escribió sobre "el jornal de los obreros que han cosechado vuestras tierras" (Santiago 5:4). Primera de Corintios 3:8 enseña que "cada uno recibirá su recompensa conforme a su labor".
Aquellos cuyo "trabajo" es el pecado recibirán un pago de muerte espiritual, que en última instancia es la separación eterna de Dios en el infierno. Aunque esta es una situación terrible, el versículo incluye inmediatamente una respuesta a este problema. Mediante la fe en Jesucristo como Señor, se otorga el don de la vida eterna. Esta no se gana a través del esfuerzo humano (Efesios 2:8-9), sino que se ofrece gratuitamente a través de la gracia de Dios por lo que hizo Jesús en la cruz, al morir como sustituto de nuestro pecado.
Antes, en este mismo capítulo, el apóstol Pablo escribió: "Porque cuando erais esclavos del pecado, erais libres acerca de la justicia. ¿Pero qué fruto teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis? Porque el fin de ellas es muerte" (Romanos 6:20-21). En otras palabras, antes de creer en Cristo, éramos esclavos del pecado, y el resultado era la muerte. Por lo general, la muerte se experimenta tanto en el presente como en la eternidad. Los pecados del momento pueden parecer divertidos o relajantes, pero al final son insatisfactorios y no producen el resultado eterno que deseamos. La solución es la fe en Cristo.
Después de haber puesto nuestra fe en Cristo, aún es posible experimentar los síntomas de la muerte espiritual. Nuestra eternidad está asegurada y no seremos separados de Dios en el infierno. Sin embargo, cuando vivimos conforme a nuestra vieja naturaleza en lugar de nuestra nueva naturaleza (2 Corintios 5:17), experimentamos una sensación de separación de Dios. Esto es muy similar a lo que ocurre cuando un niño desobedece a sus padres. La condición del hijo como miembro de la familia y el amor de los padres por él no cambian. Sin embargo, la intensidad de su relación se ve afectada. Afortunadamente, se puede restaurar esta relación. Todo lo que tenemos que hacer es confesar nuestros pecados y volver a Dios (1 Juan 1:9). Puede que sigamos experimentando las consecuencias naturales de nuestros pecados, pero nuestra comunión con Dios se puede restaurar.
¿Cómo podemos evitar la "paga del pecado" y escapar de la muerte espiritual que se menciona en Romanos 6:23? Primero, debemos poner nuestra fe en Cristo. Sólo Él puede salvarnos (Juan 14:16). Luego, por nuestra confianza en Él y nuestro amor por Él (en respuesta a Su amor por nosotros; 1 Juan 4:19), le obedecemos (Juan 14:15; Juan 15:1-11). Nuestra obediencia nos lleva a una experiencia más vibrante de la vida verdadera (Juan 10:10). Pablo escribió en Romanos 6:22: "Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna". Como seguidores de Cristo, somos libres para vivir en obediencia a Dios y pasar por el proceso de santificación. Como parte de esa santificación, comenzamos a experimentar la vida eterna, aunque estemos en esta tierra (Juan 10:10; Juan 15:11). Finalmente, pasaremos la eternidad con Dios.
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