¿Es Dios inmanente? ¿Qué significa la inmanencia de Dios?

Cuando algo es inmanente, su definición en el diccionario es "que existe u opera dentro; inherente". La inmanencia de Dios se refiere a la relación de Dios con el mundo: que Él opera activamente en él, lo sostiene por ser su causa efectiva y está continuamente presente (es decir, omnipresente). Hebreos 1:3 dice que Dios, a través de Jesucristo, "sustenta todas las cosas con la palabra de su poder".

La inmanencia es el concepto que equilibra la trascendencia de Dios, es decir, que describe a Dios como un ser de una clase o sustancia completamente diferente y completamente independiente del universo que ha creado. Estos dos conceptos coexisten al diferenciar la trascendencia como un atributo de Dios -algo que existe inherentemente- y la inmanencia como una situación en la que Él ha decidido estar con el mundo -no algo inherente a Su ser-. Aunque Dios está muy por encima y es "trascendente" de este mundo, también ha decidido situarse en conexión directa con este mundo como su creador, sustentador y salvador.

Hay que distinguir entre la inmanencia de Dios y la inminencia de Jesús. La inminencia de Jesús se refiere a Su capacidad de retornar en cualquier momento, sin más preparativos ni avisos.

¿Acaso el concepto de inmanencia es equivalente al panteísmo o a creencias similares, como la Nueva Era o una interpretación de "la fuerza" similar a la de la Guerra de las Galaxias? Inicialmente, puede sonar bastante panteísta, y a veces se aplica a ese punto de vista, pero hay una clara diferencia. El panteísmo afirma que Dios es un poder o fuerza impersonal que no sólo habita o sostiene todo, sino que en última instancia es todo. Aquí es donde se hace importante tener en cuenta la trascendencia de Dios. Aunque Dios ciertamente lo sostiene todo, Él no lo es en realidad, ni tampoco todas las cosas son, de alguna manera, un pedazo de Dios. Que sea omnipresente no significa que Dios sea toda la materia.

La inmanencia de Dios es una bella imagen de la relación de Dios con este mundo, en la que Él realmente se preocupa incluso de las cosas más pequeñas. "¿No se venden cinco pajarillos por dos cuartos? Con todo, ni uno de ellos está olvidado delante de Dios" (Lucas 12:6).