Todos tenemos momentos en los que los impulsos pecaminosos parecen controlarnos. Sin embargo, cuando te enfrentas a los impulsos pecaminosos, tienes la seguridad de que no luchas solo contra ellos. Segunda de Timoteo 1:7 te dice que Dios ha puesto en ti un espíritu de poder, amor y dominio propio para que puedas resistir los impulsos pecaminosos que sientes. Hebreos 12:11 explica por qué en última instancia quieres ganar control sobre tus impulsos y deseos pecaminosos.
Al aprender y crecer en el dominio propio, aunque a veces sea desagradable, obtendrás “fruto apacible de justicia” (Hebreos 12:11). En Filipenses 1:6 se te recuerda que la buena obra que Dios está haciendo ahora en tu vida no se abandonará, sino que se llevará a término. Cuando Dios transforme tu corazón, los impulsos pecaminosos disminuirán y el fruto del Espíritu de dominio propio se fortalecerá. Al enfocarte más en las cosas de Dios, como te instruye el capítulo cuatro de Filipenses, tendrás menos espacio en tu mente para que las tentaciones se apoderen de ti.
A veces, los impulsos pecaminosos pueden parecer imposibles de controlar, haciéndote pensar que eres impotente ante ellos. Pero Dios te ha proporcionado muchas herramientas para luchar contra estos impulsos. La primera es Su presencia. Dios promete no abandonarte nunca, así que no tienes que luchar solo contra tus impulsos, como lees en 2 Timoteo 1:7. El Espíritu Santo que mora en ti te ayudará a combatirlos.
El Espíritu Santo que mora en ti te ayudará a mantenerte firme en tu decisión de evitar el pecado y no caer en la tentación. A veces, para resistir los impulsos pecaminosos, necesitas modificar tu estilo de vida para evitar situaciones tentadoras. Esto puede incluir tus pensamientos. Como creyente, no debes entretenerte con pensamientos pecaminosos (2 Corintios 10:5) y debes, en cambio, concentrarte en las cosas buenas (Filipenses 4:8). A medida que permites que tu mente sea transformada por Dios y Su bondad, hay menos espacio para que los pensamientos pecaminosos se arraiguen y crezcan.
Mientras continúas luchando contra tus impulsos pecaminosos con la ayuda de Dios, debes recordar la verdad de quién eres en Él. Eres nueva creación, ya no eres esclavo del pecado y has sido redimido por el poder y la gracia de Dios (Romanos 6:17-18). Tener estas verdades siempre presentes puede ayudarte a aliviar la culpa y la frustración que sientes cuando lidias con impulsos pecaminosos.