¿Cuál es la herencia del cristiano en Cristo?

Cuando alguien está vivo se le promete una herencia, pero se le concede cuando muere. Normalmente, las herencias pasan de un padre a un hijo, o a los hijos.

En el Nuevo Testamento, a los creyentes en Jesucristo se les llama hijos de Dios (Juan 1:12-13). Hay muchos pasajes que hablan de lo que los seguidores de Jesús heredaron cuando Él murió, y de lo que heredarán cuando mueran. Lo especial de nuestra herencia en Cristo es que, aunque le costó la muerte, resucitó. Recibimos nuestra herencia en Cristo porque Él vive. Además, experimentamos al menos una parte de esa herencia durante nuestra vida terrenal.

Efesios 1:3 dice que Dios "... nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo". Esta bendición incluye cosas como ser perdonados de nuestros pecados, ser santos e irreprochables ante Él, y ser adoptados como hijos de Dios. Esto es "... según las riquezas de su gracia, que hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia" (Efesios 1:7-8). Dios también nos da a conocer Su plan para el mundo; al final reunirá todas las cosas en Jesucristo.

Efesios 1:11-14 habla de que "tuvimos herencia" en Cristo y de que estamos "sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria". Jesús promete a Sus seguidores en Juan 14:15-19 que Él regresará y que el Espíritu Santo vendrá para ayudar. Aquellos que han nacido de nuevo ya tienen el Espíritu Santo mientras esperamos el regreso de Jesús para vivir por la eternidad con Él en el cielo.

Colosenses 3:23-24 habla de hacer todo como para el Señor porque sabemos que nuestra recompensa final no es de las cosas terrenales, sino recibir nuestra herencia de Él. Hebreos 9:15 dice que Jesús es el mediador de un nuevo pacto en el que Su muerte nos redime de nuestra transgresión de la ley de Dios. Es en este nuevo pacto que podemos recibir una herencia eterna prometida, es decir, la vida eterna con Dios en el cielo.

Primera de Pedro 1:3-4 dice: "Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos, para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros". Pedro afirma que nuestra herencia nunca se pudrirá, ni se oxidará, ni se desvanecerá, ni se corromperá (también Mateo 6:19-20; 1 Pedro 1:23; Apocalipsis 21:27). A diferencia de una herencia terrenal, nuestra herencia en Cristo nunca se podrá deteriorar o destruir.

En el caso de los cristianos, la esperanza de compartir en comunión con Dios para siempre es lo que nos sostiene a lo largo de todas las pruebas a las que nos enfrentemos durante esta vida. Como dice 2 Corintios 4:16-18: "Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día. Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas".

Es una promesa de herencia, pero no para todos. La herencia de la vida eterna con Dios está reservada para aquellos que escuchan la verdad, creen en Jesús y reciben el Espíritu Santo, es decir, los cristianos. Los beneficios de la herencia en Cristo comienzan para una persona cuando acepta a Jesús como el Hijo de Dios el cual dio Su vida por la de ellos, y después resucitó después de estar en la tumba por tres días. A esa persona se le concede el Espíritu Santo como si fuera un depósito, un anticipo, una promesa de la vida eterna que vendrá con Dios en el cielo.

Si aún no conoces a Jesús, ¿lo aceptarías hoy como tu Salvador y Señor? Nuestros artículos: "¿Qué es la fe en Jesús?" y "¿Cuál es la verdad sobre la salvación?" te ayudarán a entender más sobre la verdad de la salvación en Jesucristo.