Guardar tu corazón es esencial porque influye en cada parte de tu vida, incluyendo tus creencias, actitudes, pensamientos y acciones. La Biblia subraya la importancia de buscar a Dios con todo el corazón y vigilarlo para evitar el orgullo y el endurecimiento espiritual. Se nos anima a guardar nuestro corazón rodeándonos de relaciones edificantes y sometiendo nuestros pensamientos a Cristo. Un corazón endurecido puede llevar al engaño y a la desobediencia, por lo que es crucial mantener una estrecha relación con Dios a través de la oración, la adoración y el estudio de Su Palabra. En última instancia, guardar tu corazón te permite vivir en obediencia, paz y perdón, permitiendo que la verdad de Dios transforme tu vida.
Guardamos nuestros corazones para estar atentos a la verdad de Dios, para no endurecer nuestros corazones y para no dejar que el pecado nos descarríe. Una manera primordial de guardar nuestros corazones es estudiando la Palabra de Dios y manteniendo comunión con Él a través de la oración y la adoración. Fundamentándonos en la verdad de Dios y en una estrecha relación con Él, nuestros corazones viven por el poder del Espíritu. Si no guardamos nuestro corazón, estaremos expuestos a influencias externas negativas, pensamientos, o fuerzas que buscan llevarnos por mal camino. Seremos formados por nuestras emociones o la carne. Estos pueden llevar a [consecuencias negativas], el más grande es que nuestros corazones pueden endurecerse a la dirección del Señor. Cuando buscamos al Señor con todo nuestro corazón y alma, [entregamos nuestro] corazón al Señor. Un corazón así implica obediencia (1 Juan 2:3-6), paz: "Al de firme propósito guardarás en perfecta paz, Porque en Ti confía." (Isaías 26:3); (Proverbios 3:5-6) y liberación: perdonar a los demás como hemos sido perdonados (Colosenses 3:13). Cuando guardamos nuestros corazones, estamos facultados para ser hacedores de la Palabra, no sólo oidores. En última instancia, el estado de nuestro corazón determina las acciones.