¿Qué dice la Biblia sobre la generosidad?
A menudo pensamos en la generosidad exclusivamente en términos de abundancia respecto a las donaciones financieras. Pero ser generoso también puede significar tener un espíritu noble o bondadoso. La generosidad no se trata únicamente de donar grandes cantidades, sino que habla de la actitud y las acciones de uno hacia los demás. El término griego usado en el Nuevo Testamento y traducido como "generosidad" (haplotēs) habla de simplicidad o sencillez o estar libre de pretensiones. Un término griego similar a veces traducido como "generosidad" (agathos) habla de ser de buena naturaleza o sobresalir en cierto aspecto. El término hebreo usado en el Antiguo Testamento (chanan) habla de mostrar favor o tener piedad de alguien. Más literalmente chanan se refiere a inclinarse en bondad hacia alguien inferior. La generosidad no está reservada para quienes tienen una gran riqueza u otros recursos; es algo que todos pueden exhibir. Examinemos algunas de las formas en que la Biblia habla de la generosidad. La generosidad de Dios para con nosotros:
En relación con Dios, la palabra chanan a menudo se traduce en la Biblia como "generoso" o "misericordioso". Por ejemplo, en Génesis 33:11, Jacob le dice a Esaú que "Dios ha sido muy generoso conmigo.” (NTV). En Éxodo 33:19 Dios le dice a Moisés: "Voy a darte pruebas de mi bondad, y te daré a conocer mi nombre. Y verás que tengo clemencia [chanan] de quien quiero tenerla, y soy compasivo [chanan] con quien quiero serlo."
Los Salmos incluyen súplicas para que Dios sea misericordioso (por ejemplo, Salmo 6: 2; 9:13; 25:16; 26:11; 51: 1; 57: 1; 86: 3). El Salmo 102: 12-13 dice: "Pero tú, Señor, reinas eternamente; tu nombre perdura por todas las generaciones. Te levantarás y tendrás piedad de Sión, pues ya es tiempo de que la compadezcas [chanan]. ¡Ha llegado el momento señalado!" Dios es generoso con la humanidad. Los salmistas le piden a Dios que sea generoso o misericordioso porque entienden su posición ante Dios y Su comportamiento hacia Su pueblo. Aparte de Dios, están indefensos contra sus enemigos o abandonados en la miseria del pecado. Pero gracias a la generosidad de Dios, pueden recibir Su ayuda.
El Salmo 119: 29 dice: “Mantenme alejado de caminos torcidos; concédeme las bondades de tu ley.” Aprender de Él los caminos de Dios es un acto de Su generosidad. El Salmo 119: 57–58 dice: “¡Mi herencia eres tú, Señor! Prometo obedecer tus palabras. De todo corazón busco tu rostro; compadécete de mí conforme a tu promesa." La generosidad o la gracia y la misericordia es parte del carácter de Dios. El Salmo 119: 132 dice: "Vuélvete a mí, y tenme compasión como haces siempre con los que aman tu nombre."
Desde el comienzo de la creación, Dios ha sido generoso con los humanos. Creó a la humanidad a Su imagen y nos invitó a relacionarnos con Él. Nuestro pecado nos separó de Dios, pero Él proporcionó generosamente un medio de redención a través de Jesucristo. Incluso más allá de eso, Dios bendice a sus hijos abundantemente.
Efesios 1: 3–14 declara: "Alabado sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en las regiones celestiales con toda bendición espiritual en Cristo. Dios nos escogió en él antes de la creación del mundo, para que seamos santos y sin mancha delante de él. En amor nos predestinó para ser adoptados como hijos suyos por medio de Jesucristo, según el buen propósito de su voluntad, para alabanza de su gloriosa gracia, que nos concedió en su Amado. En él tenemos la redención mediante su sangre, el perdón de nuestros pecados, conforme a las riquezas de la gracia que Dios nos dio en abundancia con toda sabiduría y entendimiento. Él nos hizo conocer el misterio de su voluntad conforme al buen propósito que de antemano estableció en Cristo, para llevarlo a cabo cuando se cumpliera el tiempo, esto es, reunir en él todas las cosas, tanto las del cielo como las de la tierra. En Cristo también fuimos hechos herederos, pues fuimos predestinados según el plan de aquel que hace todas las cosas conforme al designio de su voluntad, a fin de que nosotros, que ya hemos puesto nuestra esperanza en Cristo, seamos para alabanza de su gloria. En él también ustedes, cuando oyeron el mensaje de la verdad, el evangelio que les trajo la salvación, y lo creyeron, fueron marcados con el sello que es el Espíritu Santo prometido. Este garantiza nuestra herencia hasta que llegue la redención final del pueblo adquirido por Dios, para alabanza de su gloria." ¡Servimos a un Dios generoso!
Nuestra generosidad hacia Dios:
En respuesta a la generosidad de Dios hacia nosotros, estamos llamados a ser generosos con Él. Cuando los israelitas construyeron el tabernáculo en el desierto, se les dijo:" Esto es lo que el Señor les ordena: Tomen de entre sus pertenencias una ofrenda para el Señor. Todo el que se sienta movido a hacerlo [...] Todos los artesanos hábiles que haya entre ustedes deben venir y hacer todo lo que el Señor ha ordenado que se haga." (Éxodo 35: 4-5; 10). Y el pueblo hizo precisamente eso. Trajeron las ofrendas y ofrecieron su servicio no por obligación, sino como una ofrenda voluntaria al Señor en respuesta a la bondad que Él les mostró.
2 Corintios 9: 7-8 dice: "Cada uno debe dar según lo que haya decidido en su corazón, no de mala gana ni por obligación, porque Dios ama al que da con alegría. Y Dios puede hacer que toda gracia abunde para ustedes, de manera que siempre, en toda circunstancia, tengan todo lo necesario, y toda buena obra abunde en ustedes." Nuestra generosidad con las finanzas, el tiempo y el talento hacia la obra del reino de Dios se basa en la generosidad de Dios hacia nosotros. Entendemos que somos mayordomos de sus buenos dones y por eso se los devolvemos libremente. También entendemos que el Dios al que servimos es dueño de "el ganado de los cerros." (Salmo 50:10). Sus recursos son ilimitados, por lo que no debemos temer que nos falten cuando seamos generosos. 2 Corintios 9: 10-11 dice: "El que le suple semilla al que siembra también le suplirá pan para que coma, aumentará los cultivos y hará que ustedes produzcan una abundante cosecha de justicia. Ustedes serán enriquecidos en todo sentido para que en toda ocasión puedan ser generosos, y para que por medio de nosotros la generosidad de ustedes resulte en acciones de gracias a Dios."
Nuestra generosidad hacia los demás:
A menudo, nuestra generosidad hacia Dios se expresa en la forma en que tratamos a los demás. Por ejemplo, Proverbios 14:31 dice: "El que oprime al pobre ofende a su creador, pero honra a Dios quien se apiada del necesitado." La forma en que tratamos a los demás es indicativo de lo que creemos acerca de Dios.
Cuando Jesús envió a los doce discípulos en Mateo 10, les dijo: "Lo que ustedes recibieron gratis, denlo gratuitamente." (Mateo 10:8). Parte de ser generoso con Dios es compartir con los demás lo que Él nos ha dado. 1 Juan 4:19 dice: "Nosotros amamos porque él nos amó primero."
Esta generosidad hacia los demás se expresa a través de un corazón abierto y un anhelo por ayudar a satisfacer las necesidades de los demás. También se expresa en vivir como personas íntegras. Colosenses 3: 22-23 dice: "Esclavos, obedezcan en todo a sus amos terrenales, no solo cuando ellos los estén mirando, como si ustedes quisieran ganarse el favor humano, sino con integridad de corazón y por respeto al Señor. Hagan lo que hagan, trabajen de buena gana, como para el Señor y no como para nadie en este mundo." La palabra traducida "integridad" aquí es la misma palabra traducida como "generosidad" en 2 Corintios 9:11. Una vez más, la generosidad no se trata únicamente de la abundancia al dar, sino de tener un corazón sincero.
Dios es un Dios generoso y nos llama a ser personas generosas. Al recibir Su amor y compartirlo con otros, el nombre de Dios será glorificado.
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