La evolución teísta es una interpretación del Génesis que sostiene que el mecanismo de Dios para crear la vida fue el proceso evolutivo. Algunas versiones de la evolución teísta niegan la existencia literal de Adán y Eva, lo que plantea interrogantes sobre la doctrina del pecado original. La evolución teísta incluye una serie de opiniones sobre el grado de intervención de Dios en la biología. Van desde una forma de deísmo, pasando por la evolución progresiva, hasta el creacionismo evolutivo. Todas ellas plantean problemas, y algunas (como el deísmo) son rotundamente antibíblicas. Interpretar los pasajes bíblicos para acomodarlos a la evolución teísta es (idealmente) un esfuerzo por mantener la veracidad y la inerrancia de las Escrituras, al tiempo que se acepta el consenso científico sobre la historia biológica. Jesús afirma que Dios diseñó la creación de Adán y Eva (Mateo 19:4-6). El Nuevo Testamento afirma que Cristo es el Creador (Juan 1:1-5; Colosenses 1:16-17). Jesús es también el segundo Adán, un nuevo y mayor representante de la humanidad. Mediante Su obediencia y sacrificio, Jesús trae la redención y la restauración a todas las personas (Romanos 5:12-19; 1 Corintios 15:45-49). Cualquier versión potencialmente válida de la evolución teísta debe dar cuenta de un Adán literal y de una caída literal en el pecado. No podemos ignorar lo que dijeron Pablo y Jesús cuando nos dicen que Adán fue el primer ser humano (portador de la imagen de Dios) que existió y que Jesús fue el segundo Adán.
La evolución teísta abarca una amplia gama de opiniones. La mayoría de los evolucionistas teístas creen en la ascendencia común guiada por Dios. Es decir, afirman que Dios utilizó la evolución para "formar" a la humanidad a partir de materiales naturales (Génesis 2:7). Sin embargo, algunos integran en su teología la tesis del relojero ciego. La tesis del relojero ciego es la idea de que la evolución procede únicamente de procesos materiales no guiados, no inteligentes y sin propósito (una forma de deísmo). Eso presentaría una falacia lógica; no tiene sentido hablar de Dios guiando un proceso no guiado. Sin embargo, la mayoría de los que apoyan la evolución teísta creen que Dios puede guiar la evolución del mismo modo que puede guiar el clima: lo que nos parece "aleatorio" es en realidad Su soberana y eterna elección creativa (Juan 3:8; Salmo 148:7-8). Las Escrituras muestran claramente la historicidad de Adán y su papel en el origen del pecado a través de la desobediencia. Si el pecado se tratara como algo puramente biológico, se distorsionaría la doctrina del pecado, lo que llevaría a una mala comprensión de la expiación e incluso del evangelio. Pero por las Escrituras sabemos que el pecado es una realidad espiritual y que la muerte entró en el mundo por el pecado humano (Génesis 2:17; Romanos 5:12). Esto parece no dejar lugar a que Adán sea otra cosa que una persona literal. Algunos evolucionistas teístas incluso señalan las limitaciones de los mecanismos darwinistas como prueba de que Dios está influyendo o guiando el desarrollo de la vida. Además, muchos evolucionistas teístas señalan que las preguntas sobre los orígenes últimos de la vida (los primeros seres vivos) son distintas de las preguntas sobre cómo cambió esa vida. La primera vida biológica no parece posible más que por un acto directo de Dios (por ejemplo, Génesis 1:26).