¿Está Dios airado?

La respuesta corta es: sí, Dios está airado. La Biblia lo dice claramente: "Dios es juez justo, y Dios está airado contra el impío todos los días" (Salmo 7:11). La ira que Dios muestra no es como nosotros percibimos y experimentamos comúnmente la ira, porque la ira de Dios es diferente a la ira de los hombres: "Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse; porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios" (Santiago 1:19-20). Su ira se dirige al pecado y a sus efectos, porque constituye una violación de Su carácter.

Dios no peca en Su ira, y nos ordena hacer lo mismo (Efesios 4:26-27). La ira de Dios se dirige a la injusticia y desea que la justicia se establezca en la vida de todas las personas: "... Vivo yo, dice el Señor, que no quiero la muerte del impío, sino que se vuelva el impío de su camino, y que viva..." (Ezequiel 33:11). La ira de Dios está motivada por un fuerte deseo de ver a la gente vencer el pecado y andar en Sus caminos.

Dios se airó con los reyes de Israel cuando le desobedecieron, alejándose de Él y de Sus caminos (1 Reyes 11:9-10; 2 Reyes 17:18). La maldad de reyes como Acab (1 Reyes 16:33) y Oseas (2 Reyes 17) hizo que Dios se enfadara y, en última instancia, llevó a la guerra y a que los israelitas fueran llevados a la cautividad, trabajando como esclavos para naciones malvadas. Al igual que en la historia de Jesús, que volcó las mesas de los cambistas en el templo, Dios también se indigna cuando la gente manipula la religión para su propio beneficio (Juan 2:13-17), engañando a los demás y manteniéndolos en la esclavitud. Así como el pecado llevó a los israelitas a la cautividad de una nación malvada, nuestros propios pecados, si no se controlan, nos conducen a ser cautivos del poder del pecado.

Romanos 1:18 dice: "Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad". Esto muestra que mientras más tiempo la gente viva en pecado, en contra de la norma de Dios, más la verdad estará suprimida en sus vidas. No podemos vivir según el Espíritu si nuestras mentes y acciones están enfocadas en el mal: "Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden" (Romanos 8:7). El potencial de este engaño silencioso y progresivo debería motivarnos a todos a buscar a Dios para que nos ayude a vivir con rectitud. Dios conoce la libertad y la mejor calidad de vida que podríamos experimentar si siguiéramos las pautas que Él ha establecido. Él las ha puesto en marcha para nuestra protección y bienestar.

El pecado destruye nuestra relación con Dios. Dios no nos condena, sino que quiere vernos salvos, viviendo en obediencia a Él. La buena noticia es que Él ha hecho que esto sea posible a través de Jesús (Juan 3:17; Romanos 8:1-4). La ira de Dios tiene como objetivo final ver nuestra redención del pecado y la restauración de nuestra relación con Él.