La verdad no es relativa; es eterna y absoluta, tal como la define Dios. La Biblia afirma que la verdad es la autoexpresión de Dios, demostrada a través de Su Palabra y de la persona de Jesucristo. En el Antiguo Testamento, Dios es llamado el "Dios de la verdad" (Salmo 31:5; Isaías 65:16), y Su Palabra es descrita como la encarnación de la verdad. Jesús, en el Nuevo Testamento, se declara a sí mismo la verdad y afirma que la Palabra de Dios es la verdad, revelando que Él es Dios, por el que se define la verdad. Estamos llamados a vivir nuestras vidas de acuerdo con la verdad de Dios. En un mundo que a menudo cuestiona o distorsiona la verdad, estamos llamados a mantenernos firmes en la realidad de que la verdad de Dios es absoluta e inquebrantable. Al hacerlo, reflejamos el carácter de Cristo y damos testimonio al mundo del poder transformador de Su verdad.
El relativismo es la creencia de que la verdad, la moral o las normas culturales no son absolutas, sino que dependen de las perspectivas, experiencias o contextos individuales. Aunque el relativismo es popular hoy en día, rara vez sus defensores reflexionan sobre las consecuencias de sus afirmaciones. El relativismo es un punto de vista filosófico que rechaza el universalismo sobre la verdad, es decir, afirma que las valoraciones en un ámbito concreto son relativas a la perspectiva de un observador. Sin embargo, la afirmación central del relativismo —que la verdad es relativa a un punto de vista concreto— implica que la misma afirmación puede ser a la vez verdadera y falsa, lo que contradice el requisito básico de que la verdad sea coherente y no contradictoria. Si el relativismo es cierto, entonces también debe ser cierto que el relativismo es falso desde algún otro punto de vista, lo que lo hace intrínsecamente contradictorio. En otras palabras, la afirmación "la verdad es relativa" es, de hecho, una afirmación autorrefutada. Al decir "la verdad es relativa", se afirma una verdad. Pero, si toda verdad es relativa, entonces esa afirmación también es relativa, lo que significa que no podemos confiar en que sea cierta todo el tiempo.
El cristianismo ofrece pruebas convincentes de sus afirmaciones, basadas en la historia, la lógica y la fe. Y lo que es más importante, proporciona una relación con el Dios vivo, hecha posible a través de Jesucristo. El cristianismo es la única religión en la que Dios descendió y se entregó a sí mismo para abrirnos el camino hacia una relación con Él. Todas las demás religiones requieren un esfuerzo por parte de la persona para abrirse camino hacia Dios. Jesús invita a los buscadores a venir a Él con mentes y corazones abiertos. Como dijo en Mateo 11:28: "«Vengan a Mí, todos los que están cansados y cargados, y Yo los haré descansar».". En última instancia, la búsqueda de la verdadera religión encuentra su respuesta en Cristo, que promete la vida eterna a todos los que creen en Él.