¿Es Dios soberano sobre la muerte?

La soberanía se define como "poder o autoridad suprema". Dios es soberano sobre todo, porque es Dios. Por lo tanto, como consecuencia, Él es soberano sobre la muerte. Él conoce el número de nuestros días (Salmo 39:4). El término soberanía tiene diferentes significados para diferentes personas, así que es conveniente definir qué es la soberanía y cómo es en la práctica.

Dios es omnipotente (todopoderoso) y omnisciente (todo lo sabe) (Colosenses 1:16-17; Salmo 90:2; 1 Crónicas 29:11-12). Él es el creador del universo y el que aún lo sostiene (Hebreos 1:3). Estos factores se correlacionan con Su soberanía. La soberanía tiene que ver con tener el poder y la autoridad definitivos, aunque esto no significa que Dios, el soberano, actuará con ese poder y esa autoridad para decretar resultados acordes a cada situación.

La soberanía no significa que Dios determine cada resultado específico en nuestras vidas o en el mundo en general. Él nos ha dado libre albedrío, y ha creado el mundo en el que nosotros, como humanos, ejercemos nuestras elecciones. Algunas personas toman decisiones que conducen a buenos resultados, y otras toman decisiones que conducen a malos resultados. Dios conoce de antemano ambos resultados. Gran parte de cómo vemos la soberanía de Dios tiene que ver con la creación de estructuras y sistemas mediante los cuales la vida y los elementos que la componen se organizan y se desarrollan. De esta manera, Dios puede "permitir" indirectamente que ocurran circunstancias que Él no ha "causado" directamente.

Dios pone las cosas en su lugar, y puede decidir determinar resultados específicos si así lo desea, pero muchas veces parece que deja que las cosas se desarrollen de forma natural. No hay una fórmula por la cual podamos predecir las acciones de Dios en una situación particular, aunque podemos descansar en el hecho de que Él es soberano sobre todo, incluso sobre la muerte. Si hemos puesto nuestra fe en Jesucristo, no hay razón para temer. Podemos confiar en el amor de Dios por nosotros, sabiendo que Él es fiel para usar y redimir las cosas difíciles (Romanos 8:28-30; Santiago 1:2-5), para caminar con nosotros (Juan 14:16-21, 26-27; 16:33; Efesios 1:11-14) y, finalmente, para hacer nuevas todas las cosas (Apocalipsis 21:5).