¿Qué significa 'el perfecto amor echa fuera el temor'?
La Biblia dice que "el perfecto amor echa fuera el temor" (1 Juan 4:18). ¿Qué es el amor perfecto y cómo es que el amor perfecto echa fuera el temor? Para entender realmente este versículo, debemos examinar el pasaje que lo precede. Juan escribe: "En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados...En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros, en que nos ha dado de su Espíritu. Y nosotros hemos visto y testificamos que el Padre ha enviado al Hijo, el Salvador del mundo. Todo aquel que confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios. Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él. En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el día del juicio; pues como él es, así somos nosotros en este mundo. En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor" (1 Juan 4:9-18). En este versículo, la expresión griega "perfecto amor" es teleios agape y "perfeccionado en el amor " es teleioo agape. "Perfecto" aquí se refiere a lo que es maduro o completo. No es sólo un amor que está completo, sino que es un amor que se ha completado. La palabra griega que se usa aquí para amor, agape, es la forma más elevada de las cuatro palabras griegas para amor. Se refiere a un amor abnegado, incondicional, lleno de bondad hacia su destinatario. Decir que "el perfecto amor echa fuera el temor" es decir que "el amor maduro, completo, incondicional, que quiere lo mejor para ti, echa fuera el temor".
Dios es el único que tiene tal amor. La Biblia dice que Dios es amor, y todo nuestro amor proviene de Él (1 Juan 4:7-8), y como tal Dios es el único que tiene un amor perfecto. El amor perfecto de Dios se "completó" en la cruz cuando Dios envió a Su único Hijo a morir por nuestros pecados, para que pudiéramos vivir en relación con Él, y ahora no hay condenación para los que están en Cristo Jesús (Romanos 8:1). Es por gracia que somos salvos por medio de la fe, y no hay nada que hayamos hecho para ganar nuestra salvación, ni hay nada que debamos hacer para mantener nuestra salvación; estamos seguros en Cristo (Efesios 2:8-10; Juan 3:16-18; 10:29).
Primera de Juan 4:18 dice que "el temor lleva en sí castigo". El juicio vendrá al final de nuestras vidas, pero para el cristiano no debe haber temor al castigo en cuanto a su relación con Dios. El amor de Dios ha hecho posible que nuestros pecados sean expiados. Como explica 1 Juan 4:10, Jesús es la propiciación por nuestros pecados, o la satisfacción por la pena que nuestros pecados merecen de parte de Dios. Los pecados del cristiano ya han sido pagados en la cruz y, por tanto, no hay temor al juicio: "El perfecto amor echa fuera el temor" (1 Juan 4:18).
No es solamente que no necesitamos temer el juicio eterno; también podemos acercarnos a Dios sin temor ahora gracias a Su perfecto amor. Su amor no depende de que sigamos la Ley o "hagamos lo correcto" todo el tiempo. Su amor es una constante en nuestras vidas. Sabemos que en Jesucristo nuestros pecados han sido perdonados y sabemos que Dios es un Dios de gracia, dispuesto a limpiarnos y restaurarnos a la plena comunión con Él cuando pecamos (1 Juan 1:8-9). Hebreos 10:19-23 dice: "Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura. Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió". Hebreos 4:16 dice: "Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro". No hay temor en el amor de Dios porque sabemos que Él siempre está dispuesto a perdonar, siempre está dispuesto a mostrar misericordia.
Juan dice que el que teme "no ha sido perfeccionado en el amor". El no creyente tiene miedo de Dios porque sabe que se enfrenta al juicio por sus pecados (Juan 3:18), pero el creyente sabe que Dios está lleno de misericordia y amor, y que se le ha prometido la vida eterna en el paraíso con Él (Juan 3:16). Pero también los creyentes a veces tenemos miedo, especialmente cuando nos encontramos en pecado. Sin embargo, este miedo es simplemente el resultado de la inmadurez en la fe. Entonces, ¿cómo se madura en el amor?
En el pasaje de 1 Juan, justo después de afirmar que Dios es amor, Juan dice "y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él. En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros" (1 Juan 4:16-17). Nos perfeccionamos en el amor permaneciendo en el amor. Cuando pasamos tiempo con Dios, aprendiendo quién es Él y comprendiendo Su carácter tal como se revela en la Biblia, maduramos en el amor porque sabemos quién es el Amor. Sabemos que Dios es fiel cuando nosotros somos infieles (2 Timoteo 2:13). Sabemos que Él nos disciplina en amor (Hebreos 12:6). Sabemos que Él camina a nuestro lado en las dificultades y pruebas, usándolas para madurarnos y santificarnos (Santiago 1:2-4; Romanos 5:2-5). Sabemos que Él nos enseña la verdad y nos equipa con todo lo que necesitamos para la vida (2 Timoteo 3:16-17; 2 Pedro 1:3). Sabemos que Él está con nosotros (Mateo 28:19-20; Juan 14:15-17; Efesios 1:13-14; Hebreos 13:5-6). Sabemos que "mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo" (1 Juan 4:4). Sabemos que Jesús ha vencido al pecado y a la muerte y que Dios nos ha dado la victoria por medio de Él (1 Corintios 15:54-58). Sabemos que Jesús regresará (Filipenses 3:20; Tito 2:13; Hechos 1:11; Santiago 5:8). Sabemos que nada podrá separarnos jamás del amor de Dios (Romanos 8:38-39; Juan 10:29). Sabemos que Dios nos ha dado Su espíritu para que viva en nosotros, no un espíritu de temor, sino de poder, de amor y de dominio propio, para que no sintamos temor (2 Timoteo 1:7).
Cuando llegamos a conocer a Dios sabemos que podemos confiar en Él. Sabemos que Él ha hecho más que suficiente para ganarse nuestra confianza. Así que ahora no necesitamos temer, 1) porque sabemos que Jesús ha llevado nuestro juicio en la cruz (2 Corintios 5:17-21), y 2) porque sabemos que el Dios de amor es el Dios de este universo y está de nuestro lado.
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