¿Cuántos dioses hay?

Las diferentes religiones afirman que hay una cantidad diferente de dioses, así que dependiendo de la religión de una persona, ésta creerá que hay un número de dioses diferente. Según la Biblia, hay un solo Dios desde siempre: "Así dice el Señor Rey de Israel, y su Redentor, el Señor de los ejércitos: Yo soy el primero, y yo soy el postrero, y fuera de mí no hay Dios" (Isaías 44:6; ver también Isaías 43:10).

El ateísmo es una visión del mundo que rechaza la existencia de cualquier dios. No hay que confundirlo con el agnosticismo, cuyos adeptos creen que hay o podría haber un dios o múltiples dioses, pero que no podemos saberlo con certeza.

El cristianismo, el judaísmo y el islam son ejemplos de monoteísmo, la creencia en un solo dios. Las tres religiones creen que sólo hay un dios, pero hay diferencias entre ellas en cuanto a la creencia de quién es ese único Dios.

El politeísmo afirma la presencia de múltiples dioses en el mundo, algunos de los cuales son finitos. Estos dioses pueden o no estar sujetos a un sistema de clasificación en el que algunos de ellos son más importantes que los demás. El hinduismo es un ejemplo de religión politeísta porque enseña que hay millones de dioses muy diferentes. En una escala más amplia está el panteísmo, al que se adhieren muchos hindúes, budistas y religiones de la Nueva Era. El panteísmo va más allá de la afirmación de la existencia de múltiples dioses y cree que Dios "lo es todo y está en todo", Dios está en todas partes y en todo y en todos; en el panteísmo, Dios es infinito y únicamente personal para cada individuo, pero no únicamente personal como Dios. Un dios panteísta no está solo ni tiene carácter propio.

Como cristianos, nos distinguimos por creer que hay un Dios trino. Esto también se conoce como la doctrina de la Trinidad, o tres personas en un solo Dios: Dios el Padre (Juan 6:27; Romanos 1:7; 1 Pedro 1:2), Dios el Hijo (Jesús) (Juan 1:1, 14; Romanos 9:5; Colosenses 2:9; Hebreos 1:8; 1 Juan 5:20), y Dios el Espíritu Santo (Hechos 5:3-4; Marcos 1:10-11; 1 Corintios 3:16; 2 Corintios 13:14). Cada persona de la Trinidad es distinta: el Padre no es el Hijo ni el Espíritu Santo, el Hijo no es el Padre ni el Espíritu Santo, y el Espíritu Santo no es el Padre ni el Hijo. Estos no son aspectos del ser. Sin embargo, cada una de las tres personas de la Trinidad es plenamente Dios. Dios es uno en esencia y existe en triunidad (Juan 1:1; Deuteronomio 6:4; 1 Corintios 8:4; Gálatas 3:20; 1 Timoteo 2:5).

Con la lectura de la biblia aprendemos los atributos y la naturaleza de Dios. Cuando Moisés le pidió a Dios que le diera un nombre, la respuesta de Dios fue "YO SOY EL QUE SOY" (Éxodo 3:14). Dios siempre ha sido y siempre será (Salmo 90:2). Él es el mismo ayer, hoy y siempre (Hebreos 13:8). Es el Dios perfecto, omnisciente, todopoderoso, omnipresente, digno de toda gloria y alabanza (Salmo 33:4; Mateo 19:26; Apocalipsis 4:11).

Cabe señalar que la biblia habla de otras entidades espirituales, pero éstas son seres creados y no dioses. La biblia nos habla de los falsos dioses, en particular de los dioses paganos de las culturas antiguas; pero, de nuevo, no son verdaderos dioses que tengan el poder de Dios. Por el contrario, son imaginarios o incluso demoníacos. Los humanos pueden tratar a otra cosa como un dios (lo que se conoce como idolatría), pero si esa cosa es un ser espiritual real, un ideal, una posesión material o alguna otra persona, no es un dios legítimo.

La Biblia es bastante clara en cuanto a que sólo hay un Dios verdadero. Él trajo el mundo a la existencia y creó a los seres humanos a Su imagen (Génesis 1-2). Los seres humanos estaban destinados a tener una relación con Dios, pero la rebelión contra los caminos de Dios (conocida como pecado) nos separó de Él (Romanos 5:17-21). No hay nada que podamos hacer para volver a tener una relación correcta con Dios; estábamos destinados a pasar la eternidad separados de Él, sufriendo la muerte eterna por nuestros pecados (Juan 3:16-18, 36; Romanos 6:23; Efesios 2:1-10). Por su gracia, Él proveyó un medio para que nos reconciliáramos con Él, y no sólo eso, sino para que nos convirtiéramos en Sus hijos y tuviéramos una relación personal con Él. Jesucristo, Dios Hijo, se hizo hombre, vivió una vida sin pecado, sufrió la muerte por nosotros y resucitó victorioso sobre el pecado y la muerte (Romanos 5:6-11; 1 Corintios 15:3-7; Hechos 4:12). Su pago por el pecado en la cruz puede acreditarse a nuestra cuenta cuando ponemos nuestra fe en Él (Romanos 10:9-13; Hechos 16:30-31). Podemos ser salvos por toda la eternidad y disfrutar de una relación vivificante con el único Dios verdadero incluso ahora. ¡Qué Dios tan maravilloso!