La Biblia habla directamente de la vida, la muerte y la eternidad. Enseña que toda persona vive una vez, muere y luego se enfrenta al juicio (Hebreos 9:27). A diferencia del hinduismo, que cree en la reencarnación o en la absorción final en una esencia universal según cómo se haya vivido, el cristianismo presenta a un Dios personal y amoroso que creó a la humanidad para que tuviera una relación con Él. El pecado nos separa de Dios, y ninguna obra buena puede salvar esa distancia (Romanos 3:23; Efesios 2:8-9).
Sin embargo, Dios ofrece el perdón y la vida eterna como un don gratuito a través de Jesucristo (Romanos 6:23). Jesús, plenamente Dios y plenamente hombre, vivió una vida sin pecado, murió como sustituto por nuestros pecados y resucitó para vencer al pecado y a la muerte (1 Corintios 15:3-4). La salvación viene por gracia mediante la fe en Él, no por obras (Efesios 2:8-9).
El cristianismo ofrece una relación personal con Dios, la seguridad de la salvación y el propósito de glorificar a Dios en esta vida. Para los hindúes que buscan respuestas sobre la vida después de la muerte, la Biblia ofrece claridad: hay una sola vida, seguida del juicio, y la vida eterna se encuentra en Jesucristo.
Si estás dispuesto a depositar tu fe en Jesús, puedes hacerlo hoy mismo. Romanos 10:9 nos asegura: “que si confiesas con tu boca a Jesús por Señor, y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvo”. Si no estás seguro de cómo expresarlo, esta oración es un ejemplo: “Querido Dios, me doy cuenta de que soy un pecador y nunca podría alcanzar el cielo por mis propias buenas obras. Ahora mismo pongo mi fe en Jesucristo como el Hijo de Dios que murió en mi lugar y resucitó de entre los muertos para darme la vida eterna. Por favor, perdóname mis pecados y ayúdame a vivir para ti. Gracias por aceptarme y darme la vida eterna”.
Seguir a Cristo es la decisión más importante que cualquier persona, hindú o no, puede tomar.