¿Qué significa estar contrito? ¿Qué es la contrición?
Estar contrito significa sentir remordimiento, expresar arrepentimiento o disculparse. En el uso bíblico, la palabra hebrea original expresaba esta idea con palabras que significan derrumbarse mentalmente, quedar hecho trizas o estar abatido de espíritu. Por lo tanto, cuando una persona está contrita o tiene un corazón contrito, significa que está afligida en su conciencia y siente el peso devastador de su pecado. En Jeremías 44:10, Dios le dijo al profeta con respecto a los judíos que vivían en Egipto: "No se han humillado hasta el día de hoy, ni han tenido temor, ni han caminado en mi ley ni en mis estatutos, los cuales puse delante de vosotros y delante de vuestros padres". En este ejemplo, los judíos habían sido confrontados sobre su pecado, pero no se lamentaron ni se arrepintieron. Continuaron en su pecado, por eso Dios juró: "He aquí que yo vuelvo mi rostro contra vosotros para mal, y para destruir a todo Judá" (Jeremías 44:11). Dios quiere que la gente lo conozca, se vuelva a Él con humildad y reciba el perdón (2 Pedro 3:9). La advertencia a los judíos que vivían en Egipto terminó con la declaración de Dios de que "sabrá, pues, todo el resto de Judá que ha entrado en Egipto a morar allí, la palabra de quién ha de permanecer: si la mía, o la suya" (Jeremías 44:28). Dios desea que lo conozcan en Su grandeza, sin embargo, eso sólo puede suceder cuando los corazones de los hombres son humildes y contritos.
El rey David tenía un corazón contrito y arrepentido cuando el profeta Natán lo confrontó por su pecado (2 Samuel 12). En el Salmo 51 escribió un salmo de arrepentimiento. Una parte del salmo dice: "Porque yo reconozco mis rebeliones, Y mi pecado está siempre delante de mí. Contra ti, contra ti solo he pecado, Y he hecho lo malo delante de tus ojos...Esconde tu rostro de mis pecados, Y borra todas mis maldades...Porque no quieres sacrificio, que yo lo daría; No quieres holocausto. Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios" (Salmo 51:3-4, 9, 16-17). David comprendió el peso de su pecado y sintió verdadero remordimiento. Su espíritu se entristeció y se confesó con Dios porque sabía que Dios recibe con agrado a los corazones contritos.
Dios declaró a través del profeta Isaías: "Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados" (Isaías 57:15). El deseo de Dios es derramar perdón y reavivar el corazón y el espíritu de los humildes y arrepentidos. David expresó esta verdad en su salmo cuando escribió: "Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; Conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones...Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, Y renueva un espíritu recto dentro de mí...Vuélveme el gozo de tu salvación, Y espíritu noble me sustente" (Salmo 51:1, 10, 12). David sabía que "Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad" (1 Juan 1:9).
Dios declaró a Isaías: "miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi palabra" (Isaías 66:2). Dios dirige Su atención a las personas que se humillan, reconocen sus caminos pecaminosos y se vuelven a Él con un espíritu arrepentido. Es más, en 2 Crónicas 16:9 se dice: "Porque los ojos del Señor contemplan toda la tierra, para mostrar su poder a favor de los que tienen corazón perfecto para con él". Dios está buscando seguidores con un corazón íntegro y un espíritu arrepentido.
Así pues, la palabra contrición es un sustantivo que significa el acto de arrepentirse o el estado de sentir remordimiento. Dios conoce el corazón de las personas y sabe si están verdaderamente humildes y arrepentidas. También hay algunas formas prácticas en que las personas demuestran contrición. Dios ordenó a Su pueblo que confesara sus pecados a Él y a los demás (Levítico 26:40; Santiago 5:16). Además, Dios declaró que, cuando fuera posible, se debía hacer restitución (Números 5:7; Lucas 19:1-10; Romanos 13:7-8). La Biblia también enseña que el verdadero amor a Dios se reflejará en un cambio de conducta (Juan 14:15; Santiago 1:22; 1 Juan 5:2-3). No obstante, en la Biblia no se establece una forma única de arrepentirse, confesar o reconciliarse.
Al final, como es natural, el perdón llega a través de la persona y la obra de Jesucristo. Gracias a Su muerte y resurrección, nuestros pecados pueden ser perdonados (Juan 3:16-18, 36). Cuando reconocemos humildemente nuestra necesidad de Él y acudimos a Él, recibimos el perdón de nuestros pecados y somos transformados (Efesios 1:7; 2 Corintios 5:17-21). Todos los que confían en Jesús tienen el Espíritu Santo que mora en ellos y obra en su interior para transformarlos y que vivan más como Dios quiere que vivan (Romanos 8:28-30; Efesios 1:3-14). Sin embargo, seguimos pecando (1 Juan 1:8-2:2). Cuando pecamos, nos volvemos a Dios contritos y arrepentidos, sabiendo que Él es fiel para limpiar y restaurar (Santiago 4:1-10; 5:16).
En el salmo de David, él escribió: "Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos, Y los pecadores se convertirán a ti" (Salmo 51:13). Que podamos aprender del ejemplo de humildad y arrepentimiento de David para que nosotros también tengamos un corazón contrito y confiemos en el perdón, la misericordia y la gracia de un Dios fiel.
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