¿Qué hace que una persona sea alguien adecuado a la hora de rendir cuentas?

La Biblia no menciona específicamente a los "compañeros para rendir cuentas", pero sí brinda consejos acerca de lo que se debe buscar en otro cristiano dispuesto a tener una relación fuerte, honesta y abierta contigo para que ambos sean seguidores más íntimos de Jesús. El compañero ideal para rendir cuentas es una persona que hace precisamente eso.

Cuando busques un compañero para rendir cuentas, busca a alguien que lleve una vida cada vez más recta gracias a su relación con Jesús (2 Corintios 6:14). Busca a alguien que ore y que esté dispuesto a confesar sus pecados (Santiago 5:16).

Un compañero con el que puedas rendir cuentas debe estar creciendo en su conocimiento y entendimiento de la Palabra de Dios (Juan 17:17; 2 Timoteo 2:15; 3:17). Y tú también deberías hacerlo.

Debes buscar a alguien que muestre cada vez más el fruto del Espíritu (Gálatas 5:22-23) y que entienda y practique el perdón (Colosenses 3:13; Efesios 4:32).

Una persona con la que puedas rendir cuentas debe ser alguien digno de confianza (Proverbios 11:13)-alguien que sea leal contigo. Es importante que la persona esté dispuesta a ser honesta contigo y que desee que tú seas honesto con ella (Proverbios 27:6; Efesios 4:15).

Cuando establezcas una relación con alguien para rendir cuentas, escoge a alguien del mismo sexo que tú. De esta manera crecerá una relación cada vez más cercana y abierta, y si la persona con la que tienes que rendir cuentas es de diferente sexo, es probable que no puedas compartir con ella algunos aspectos de tu vida.

No estás buscando a una persona cristiana perfecta, aunque lo anteriormente dicho podría sugerirlo. Lo que buscas es alguien que se tome en serio su propio caminar con Cristo y que te estimule en la vida cristiana. Alguien a quien puedas rendir cuentas es una persona a quien también puedes animar en la vida cristiana (Proverbios 27:17; Gálatas 6:2-6; Hebreos 10:24-25). Las personas con quienes podemos rendir cuentas nos ayudan a acercarnos más a Dios, nos animan a resistir el pecado, nos recuerdan las verdades de Dios, oran por nosotros y caminan a nuestro lado a medida que ambos crecemos en la fe.