¿Por qué dijo Jesús: 'Ninguno hay bueno, sino solo uno, Dios' si Él es Dios?
Marcos 10:17-31 relata la conversación de Jesús con un joven rico. El hombre le dijo a Jesús: "Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?" (Marcos 10:17). Jesús respondió: "¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino solo uno, Dios" (Marcos 10:18). ¿Estaba Jesús negando que es Dios? ¿Por qué diría esto si es Dios? A partir del resto de Su conversación con este hombre, queda claro que la respuesta de Jesús se utilizó para señalar la verdadera condición del corazón del hombre y la realidad de que Jesús es divino. Jesús continuó diciendo que, para tener vida eterna, el hombre tenía que obedecer los mandamientos. El hombre le dijo a Jesús que había guardado todos esos mandamientos desde su infancia. Antes, Jesús había hecho reflexionar al hombre, pidiéndole que pensara en las implicaciones de "bueno". Sin embargo, el hombre parecía seguir creyéndose justo.
La tercera afirmación de Jesús hizo aflorar la dura verdad. Jesús le dijo: "Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme" (Marcos 10:21). Ante esto, el hombre se marchó tristemente, incapaz de renunciar a sus posesiones para seguir a Cristo. Jesús continúa explicando a Sus discípulos la dificultad que tienen los ricos para aceptar a Cristo. Cuando creemos que todas nuestras necesidades están satisfechas -materialmente o que somos personas "buenas" o que podemos seguir una ley o una fórmula para obtener la vida eterna- no logramos reconocer nuestra necesidad de un Salvador y venir a Jesús.
Todo este pasaje no trata de que Jesús haga una falsa distinción entre él y Dios, sino que indica algunas de las barreras que impiden que las personas se conviertan en seguidores de Cristo.
La frase "Ninguno hay bueno, sino solo uno, Dios" probablemente también aludía al Salmo 14:3, donde está escrito: "No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno". Esto demuestra que Jesús utilizó las Escrituras para responder a la primera pregunta del hombre, tanto de los Salmos como de los Diez Mandamientos (Éxodo 20). El hombre buscaba recibir la vida eterna de la Ley; Jesús llamó al hombre a la fe en Él mismo para la salvación.
En el Nuevo Testamento, los apóstoles enfatizarían repetidamente este contraste entre la ley y la salvación por la fe. Efesios 2:8-9 dice: "Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe". Juan 1:17 afirma: "Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo".
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