¿Qué pueden aprender los cristianos de la ley mosaica?

Es muy tentador descartar la ley mosaica como si fuera algo sin importancia. Sus largas descripciones del templo y los sacrificios son apropiadas para el estudio histórico, aunque aparentemente tienen poca importancia en la vida del cristiano promedio. Sin embargo, esta actitud es perjudicial porque hace que la gente ignore toda una porción de las Escrituras en lugar de aprender todo el consejo de la Palabra de Dios. La ley, por ser parte de la Biblia, es la verdad: la verdad sobre Dios, la verdad sobre Sus normas, la verdad sobre nuestro pecado y la verdad sobre nuestra necesidad de redención. Por eso, el estudio de la ley puede ayudar a los cristianos a comprender mejor a Dios y el Nuevo Testamento. Hay mucho que podemos aprender de la ley mosaica.

Lo primero y quizás lo más importante que podemos aprender de la ley mosaica es el carácter de Dios. La ley muestra que Dios es bueno. Él desea tener una relación con Su pueblo, algo que demostró al crear un gobierno, un sistema religioso y una cultura que le permitió vivir en comunión con Su pueblo. Dios protege y bendice a los que le siguen fielmente. Dios pedía justicia y una compensación justa cuando se perjudicaba a alguien (Deuteronomio 19:21). Dios estableció un sistema para cuidar de las viudas, los huérfanos y los extranjeros, quienes eran más vulnerables. Al saber que las personas son pecadoras por naturaleza, Dios prometió la redención para aquellos que volvieran a Él arrepentidos después de haberse rebelado contra Dios (Deuteronomio 30:1-10).

Otro principio que podemos aprender de la ley mosaica es la gravedad de nuestro pecado. La ley nos enseña específicamente qué es el pecado, y sin la ley, no conoceríamos nuestro pecado ni seríamos condenados por él (Romanos 7:7). De la ley mosaica aprendemos que Dios toma muy en serio el pecado. Pecados como el adulterio y la idolatría se castigaban con la muerte, algo que parece una sentencia extrema para cualquier persona moderna. Nuestra visión del pecado es muy liviana comparada con la visión que tiene Dios del pecado. La lectura de la ley nos muestra lo grave que es el pecado y lo mucho que nos separa de Dios.

Esta naturaleza pecaminosa que nos separa de Dios es la razón por la que necesitamos un salvador. Jesús dijo: "No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir" (Mateo 5:17). Se esperaba que los israelitas cumplieran la ley a la perfección, y cada cordero sacrificado les recordaba que para ellos esa norma era imposible de cumplir; veían que el precio de su pecado era una vida. No eran suficientes. Sabiendo que no podíamos cumplir la ley perfectamente y que los sacrificios de animales nunca serían suficientes, Dios proveyó un sustituto. Dios el Hijo tomó forma humana, vivió una vida perfecta y murió en la cruz como un sacrificio perfecto por nuestros pecados. Resucitó demostrando que es quien dice ser y que Su pago es suficiente. Dios hizo esto para que pudiéramos ser purificados y vivir en comunión con Él por medio de la fe (Gálatas 2:16). La ley mosaica reveló que el pueblo necesitaba un sumo sacerdote, un mediador entre ellos y Dios para que intercediera a su favor. Jesús es ahora nuestro Sumo Sacerdote, que está a la diestra de Dios y habla por nosotros (1 Timoteo 2:5). La ley, los sacrificios y el templo eran "figuras de las cosas celestiales" para que comprendiéramos nuestra necesidad de Cristo y el significado de Su muerte y resurrección (Hebreos 9:23). En Hebreos 10:1 se dice que "la ley, teniendo la sombra de los bienes venideros, no la imagen misma de las cosas, nunca puede, por los mismos sacrificios que se ofrecen continuamente cada año, hacer perfectos a los que se acercan". Sin embargo, "somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre" (Hebreos 10:10). Jesús cumplió los requisitos de la ley y fue el sacrificio una vez y para siempre en nuestro favor. Aprendemos de la ley mosaica el significado de la redención en Jesucristo.

Ya no estamos sujetos a la ley mosaica, aunque la ley nos enseña sobre nuestro Dios y revela la belleza del sacrificio de Cristo. En el Salmo 19, David dice que la ley es perfecta, segura, justa, pura, limpia y verdadera. Aviva el alma, nos hace sabios, alegra nuestros corazones, nos ilumina y permanece. Es más deseable que el oro y más dulce que la miel. Los cristianos tienen mucho que aprender de la ley mosaica y deberían estudiarla.



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