¿Qué dice la Biblia?
A veces, los creyentes pueden experimentar apatía espiritual, sintiéndose indiferentes o incluso fríos hacia las cosas de Dios. La Biblia presenta ejemplos de esto y aborda maneras de tratar con ello. Las Escrituras enseñan que una causa de la apatía espiritual es caer en un patrón constante de pecado, que aleja a los creyentes de Dios. Sansón, Saúl y otros conocidos personajes bíblicos se separaron espiritualmente de Dios a causa del pecado (Génesis 3:1-24; Jueces 16:1-21; 1 Samuel 13, 15, 28:6-18). El pecado constante significa que uno se está sometiendo al poder de Satanás, en lugar de al de Dios (1 Juan 3:8-10). La solución es clamar a Dios por renovación y perdón, como hizo David más de una vez (Salmo 32:5; Salmo 51:1-2; 2 Samuel 24:10; Santiago 4:8-10). La gracia de Dios y el poder de Su Espíritu nos capacitan para resistir el pecado habitual (Tito 2:11-12). Otra causa de apatía espiritual es el culto formulista. La iglesia de Éfeso fue alabada por su amor (Efesios 1:15-16), pero más tarde fue reprendida por haberlo perdido (Apocalipsis 2:4). La Biblia enseña a los creyentes a orar por la renovación del corazón y la mente (Salmo 51:10; 1 Corintios 2:16; Tito 3:5), reconociendo el poder del Espíritu Santo para obrar en nosotros y a través de nosotros (Gálatas 5:22-23). La comunión con los creyentes, más que la participación en actividades mundanas, nos inspira un mayor celo espiritual (Proverbios 27:17; Hebreos 10:25). La Biblia demuestra que la apatía espiritual no tiene por qué ser una condición permanente.