¿En qué sentido es el amor un fruto del Espíritu Santo?

featured article image

En resumen:

El amor es una parte esencial del camino del cristiano con Dios y se nos da como uno de los frutos del Espíritu Santo. Podemos cultivar el fruto espiritual del amor imitando el amor que Cristo nos tiene y mostrándolo al mundo que nos rodea.

Del Antiguo Testamento

  • , la capacidad de amar a Dios de esta manera la realiza en última instancia el Espíritu que actúa en nosotros (cf. Romanos 5:5). Como fruto del Espíritu, el amor comienza con Dios, fluye a través de nosotros y es devuelto a Él en obediencia y adoración.
  • En Levítico 19:18, el amor se expresa a través del perdón y las relaciones justas. Este versículo es fundamental para la enseñanza de Jesús y muestra que el amor genuino implica un trato sacrificial hacia los demás. El Espíritu Santo nos capacita para superar la amargura y extender este tipo de amor, incluso cuando no es merecido.
  • El amor de Dios es firme y sin medida (Salmo 103:11). A medida que recibimos y comprendemos este amor, el Espíritu comienza a producir ese mismo amor perdurable en nuestras vidas. El amor no es solo un sentimiento, es un reflejo del carácter inmutable de Dios que actúa en nosotros.
  • El amor de Dios se representa como una tierna guía; no atrae a Su pueblo con la fuerza, sino con afecto (Oseas 11:4). Cuando estamos llenos del Espíritu, también nos convertimos en agentes del amor tierno de Dios, guiando a los demás no con control, sino con bondad y compasión que reflejan Su corazón.
  • El amor trae paz y sanidad; repara lo que el odio rompe (Proverbios 10:12). Este tipo de amor, que perdona y cubre el pecado, no es natural para nosotros. Es sobrenatural, producido por el Espíritu Santo en la vida de quienes se rinden al ejemplo de Cristo.

Del Nuevo Testamento

  • El amor a Dios y a los demás resume toda la ley, porque todos los mandamientos se basan en estas dos relaciones. Cuando amamos de verdad a Dios, deseamos honrarlo, y cuando amamos a los demás, buscamos su bien (Mateo 22:37-40; Romanos 13:10; Gálatas 5:14).
  • Gálatas 5:22-23 nos dice que el amor es el primer fruto del Espíritu. No se trata del amor erótico (eros), ni siquiera del afecto fraternal (phileo). Esto es amor ágape, la elección sacrificial que envió a Jesús a la cruz; como dice Juan 15:13: “Nadie tiene un amor mayor que este: que uno dé su vida por sus amigos”.
  • La descripción más detallada del amor ágape se encuentra en 1 Corintios 13: “Si yo hablara lenguas humanas y angélicas, pero no tengo amor, he llegado a ser como metal que resuena o címbalo que retiñe. Y si tuviera el don de profecía, y entendiera todos los misterios y todo conocimiento, y si tuviera toda la fe como para trasladar montañas, pero no tengo amor, nada soy. Y si diera todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregara mi cuerpo para ser quemado, pero no tengo amor, de nada me aprovecha” (vv. 1-3). Estos versículos hablan de ministerio. La predicación dinámica, el conocimiento ilimitado, la fe inquebrantable e incluso la caridad extrema no son nada sin una elección consciente de buscar el bienestar de otro por encima de uno mismo.
  • 1 Corintios 13:4-7 profundiza en las características del amor ágape. Es humilde y no se preocupa por el honor o la venganza. Dado que este amor está fortalecido por el Espíritu Santo, puede ignorar los valores mundanos y centrarse en la esperanza de que los demás también lleguen a Dios. 1 Corintios 13:8-13 habla de la permanencia del amor. Algunos dones son temporales, pero el amor siempre permanecerá.
  • En 1 Juan 4:8 dice que “Dios es amor”. El amor ágape es esencial a la naturaleza misma de Dios, así que cuando amamos —buscando beneficiar a otros sin importar el costo para nosotros mismos— mostramos que en verdad conocemos a Dios.
  • Jesús enseña en Mateo 6:5 y 16 que cuando el ministerio se realiza para obtener atención, esa atención es toda la recompensa que se recibirá. Por lo tanto, debemos dar prioridad a realizar el ministerio por amor a los demás, no por atención, aprobación o admiración.

Implicaciones para hoy

Nada puede fabricar artificialmente el amor de Dios en nosotros. El amor es un fruto del Espíritu; crece en Su presencia. Filipenses 2:13 señala una verdad que a menudo olvidamos: “porque Dios es quien obra en ustedes tanto el querer como el hacer, para Su buena intención”. La obediencia, la madurez y el ministerio exitoso solo son posibles cuando permitimos que Dios obre a través de nosotros. Es necesario tener presente esta verdad al contemplar el fruto del Espíritu en Gálatas 5:22-23. El “fruto” es del Espíritu; no proviene de nuestro propio esfuerzo. Al permitir que el Espíritu Santo nos cambie, podemos amar a Dios y a los demás como debemos. “Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y Su amor se perfecciona en nosotros” (1 Juan 4:12).

Comprende

  • El amor, como fruto del Espíritu, es desinteresado y refleja la naturaleza de Dios.
  • Sin amor, las acciones y dones espirituales no tienen valor.
  • El Espíritu Santo capacita a los creyentes para amar a Dios y a los demás genuinamente.

Reflexiona

  • ¿Cómo ha hecho crecer el Espíritu Santo el amor desinteresado en tu vida, y dónde podría estar llamándote a crecer más?
  • ¿Hay algunas acciones o ministerios en tu vida donde el amor necesita ser la fuerza impulsora en lugar del deber o el reconocimiento?
  • ¿Cómo puedes imitar el amor sacrificial de Jesús en tus relaciones esta semana?

Ponlo en práctica

  • ¿Por qué el amor es fundamental para vivir la fe cristiana?
  • ¿Cómo podemos animar a los demás a dedicarse al ministerio, a las acciones y a las relaciones por amor y no por obligación?
  • ¿Qué significa para nosotros confiar en el Espíritu Santo para que haga crecer el fruto del amor en nuestras vidas en lugar de intentar fabricarlo por nuestra cuenta?