¿Cuál es la importancia de alabar a Dios?

Alabar a Dios es una manera normal de responder a lo que ha hecho por nosotros y a lo que Él es. El libro de los Salmos, el más extenso de la Biblia con 150 salmos diferentes, está lleno de alabanzas a Dios. De hecho, el Salmo 150, el último salmo del libro, concluye con la orden: "Todo lo que respira alabe al Señor. Aleluya" (Salmo 150:6) El Salmo 92 comienza con la afirmación: "Bueno es alabarte, oh Señor, y cantar salmos a tu nombre, oh Altísimo", diciendo que es bueno alabar.

Si queremos razones para alabar a Dios, no tenemos que buscar muy lejos. En primer lugar, Dios envió a Su Hijo, Jesús, para que pagara por nuestros pecados y pudiéramos disfrutar de la presencia de Dios para siempre. Como no podemos pagar por nuestros pecados nosotros mismos, Dios pagó por ellos. Además del sacrificio de Jesús por nosotros, podemos ver los muchos atributos de Dios. Dios es todopoderoso (Mateo 19:26), omnisciente (1 Juan 3:20), supremo (Colosenses 1:18), el amor mismo (1 Juan 4:8), misericordioso (Salmo 86:15), fiel (1 Corintios 1:9), más sabio que ningún otro (Romanos 16:27), y aún más. Al ver los atributos de Dios queda claro que Él merece nuestra alabanza.

Un ejemplo de la importancia de alabar a Dios es la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén antes de Su crucifixión y resurrección (Lucas 19:28-44). Cuando las multitudes alababan a Jesús, algunos de los líderes religiosos de la multitud le pidieron a Jesús que reprendiera a Sus discípulos porque lo alababan (Lucas 19:39). La respuesta de Jesús, en el versículo 40, fue: "Os digo que si estos callaran, las piedras clamarían". Alabar a Dios es algo tan importante que, si la gente no lo alaba, la creación lo hará. Finalmente, todo el mundo lo alabará. Filipenses 2:10 dice que ante el nombre de Jesús toda rodilla se doblará. Esto no es sólo para los que lo aman; dice que todos se postrarán.

Ya que todos alabaremos a Dios, es lógico que reconozcamos ahora Su grandeza, aunque no estemos obligados a alabarlo. Alabarlo es lo que se merece, y nosotros, como cristianos, tenemos ahora la oportunidad de alabarlo.